por Maku Sirera Pérez
Si supiera que esta fuera la última vez que te vea salir por la puerta, te daría un abrazo, un beso y te llamaría de nuevo para darte más. Si supiera que esta fuera la última vez que voy a oír tu voz, grabaría cada una de tus palabras para poder oírlas una y otra vez indefinidamente…
Gabriel García Márquez
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por Maku Sirera Pérez
Creemos ver en la realidad de lo que sucede la verdad, sin embargo lo que sucede, en la mayoría de las ocasiones, nunca es la verdad, tan sólo es tu verdad y dista mucho de la realidad.
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por Maku Sirera Pérez
¿Tienes la absoluta certeza de que eso que estás pensando o sintiendo o defendiendo es verdad? ¿De verdad qué es verdad? ¿Quién lo dice? ¿Qué te hace pensar que es verdad? ¿En qué te basas? Ni la verdad es la realidad, ni la realidad es la verdad, todo cuanto pensamos parte desde una mirada humana comprendida dentro de una vasija heredada de conceptos.
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por Maku Sirera Pérez
Seguro que habéis oído hablar del «miembro fantasma», a continuación os añado una definición de La Clínica Universidad de Navarra.
Trastorno del contenido de la conciencia corporal que se caracteriza por la sensación de persistencia de un miembro amputado.
Parece estar en relación con factores emocionales reactivos a la desaparición del miembro, con la irritación de los filetes nerviosos terminales de la zona amputada y, posiblemente, con la activación de la representación del miembro en el córtex.
Cuando el fenómeno se reduce a sensaciones dolorosas, que parecen originarse en la extremidad amputada, se habla de «dolor fantasma».
Pues bien, hago esta pequeña comparación para facilitar la comprensión de que, en ocasiones, no porque no veamos algo o porque creamos que algo en concreto no exista, nuestra mente inconsciente tenga la misma mirada o lógica. Cuando a una persona le amputan un miembro físico, no significa que éste deje de doler o de causar malestar en el cuerpo o que la mente deje de tenerlo presente. Aceptar, no sólo la decisión sino también la acción, tiene su tiempo y el resto del cuerpo tendrá que pasar por un proceso de adaptabilidad, para integrar la ausencia de este miembro. El cuerpo no olvidará que ese miembro amputado (excluido) existió y tuvo su conflicto, generó un drama, tuvo unas consecuencias y causó una serie de desequilibrios. A nivel emocional, también generará emociones fantasmas que derivarán en legados y herencias hacia sus descendientes. Ya sabéis que en el universo nada se destruye, toda energía está en constante transformación. De este tema os hablaré en otro post.
Las lealtades invisibles actuarían semejantes y, aunque no igual, se parecen mucho a esto que os acabo de explicar. El miembro fantasma «pertenece» sí o sí a un sistema global llamado cuerpo y que, aún cuando ya no está físicamente, éste sigue perteneciendo al mismo y forma parte de él. No por el hecho de que se haya amputado una parte, grande o pequeña, el cuerpo olvida, de hecho en ocasiones, si no se ha aceptado su presencia ausente, cuando se hacen injertos o prótesis éstas son rechazadas. Sigue estando presente en la vida de la persona y de quien la rodea, cada vez que se mira o es observado, ese miembro tiene presencia. Llevando esto mismo a las lealtades invisibles, (podríamos aplicarlo a muchos más conceptos de las constelaciones familiares y el transgeneracional, aunque no es el tema que nos ocupa ahora), éstas habitan en nuestro inconsciente individual, unidas por un cordón umbilical imaginario al inconsciente familiar que nos permanece en la supervivencia y la completud del miembro familiar y todo su sistema. Desde muy lejos nos viene dada la vida, su fuerza y la pertenencia a la misma.
Estas lealtades no son conjuros, ni cosas extrañas al amanecer, ni nada parecido, ni tampoco espíritus de nuestros ancestros que se han quedado atrapados en cualquier lugar de nuestro cuerpo o nuestra casa. NO, es algo mucho más sencillo.
En la naturaleza, toda especie que no se adapta a las circunstancias y a su entorno, muere. Existen muchas formas de morir para el inconsistente, os recuerdo que el universo, como el inconsciente, tanto individual como colectivo o familiar, no entiende «ni de cuánto, ni de cuándo, ni de dónde, ni de quién, ni de tiempo ni espacio». Para él, que está creado con un «sí a la vida», el dolor, los traumas, los dramas, el sufrimiento, los secretos, etc, son una forma de morir, que intentará transformar para que esto no suceda, es decir, que muramos, creando programas de solución a un conflicto vivido y no resuelto y que detona las alarmas de supervivencia dentro del clan o de la misma especie.
Imaginad por un instante. Si una abuela nuestra murió en el parto en plena guerra civil, dejando 3 hijos pequeños y este suceso se vivió como un gran drama, añadiendo que no se pudo hacer el duelo por las circunstancia mismas, por lo que no se puedo transcender, ni gestionar. A esos niños no se les explicó el suceso, ni la ausencia de la madre y el padre tuvo que hacerse cargo de sus hijos y de todo el acontecimiento, (podríamos añadir más narrativa, sin embargo me parece que todo esto ya es suficiente para entender el escenario). Ese drama pudo programar el inconsciente del clan, generando creencias o programas de no tener hijos, provocando dificultad para que una o varias de sus nietas no puedan quedar embarazadas o generar una predisposición a tener hijos prematuros o cesáreas, etc. Esto será una solución que el inconsciente generará para adaptarse y no tener que vivir una experiencia dramática de muerte en el parto o de pérdida de un neonato, regalándonos la oportunidad de sobrevivirnos a las siguiente generaciones. Es decir, si no tienes hijos, no mueres y la especie sobrevive, este sería el inconsciente de nuestro abuelo o de los hijos que han sobrevivido a esta experiencia, una información que por el drama en sí, queda impresa en las células y se transmite a las generaciones siguientes para preservar la vida. En realidad, es una solución adaptativa que tiene que ver con el principio de la vida y de ese «sí» primario y biológico, sin embargo es una solución creada a través de un pensamiento impreso, que genera un programa inconsciente en el momento del suceso y que, si lo quieres mirar desde la mente racional no tiene lógica, puesto que si no tenemos hijos la especie se extingue, sin embargo, esto será otro conflicto que se gestionará de otra manera con otro programa.
No son rayos y centellas que nos mandan desde un lugar del universo para que no tengamos hijos, no, es una solución de adaptabilidad para que no muramos, así de sencillo. No existe nadie allá arriba enviándonos un maleficio, ni flechas envenenadas. No cabe la frase ¿Por qué me pasa esto a mí? quizá sería más amable y menos doliente preguntarnos ¿Para qué me está sucediendo esto a mí?
La pregunta a cualquier conflicto que vivimos ahora y que no tiene explicación médica, ( o sí), o que lleva consigo un miedo desproporcionado, una reacción a un escenario desproporcionada, experiencias sin lógica aparente, etc podría ser, ¿Cuál sería el conflicto que sucedió con anterioridad a mi nacimiento y cómo se vivió, para que yo esté viviendo esta solución de adaptabilidad ahora?
Además de lo que os he comentado anteriormente, también es importante el orden dentro del sistema. Una experiencia como la que he descrito puede generar desorden, es decir, que una hija ocupe el lugar de la madre ausente y se haga cargo de sus hermanos y de su padre, esto, nada tiene que ver con la ayuda dentro de tu familia, estoy hablando de hacerte cargo de un lugar que no te toca como hija. Cada persona debe ocupar su lugar dentro del sistema familiar, un orden jerárquico y en equilibrio para que la vida se de. Los hijos deben desarrollar el papel de hijos dentro del clan. Los adultos se encargan de los pequeños, no al revés y no dejan la responsabilidad en ellos, no se apoyan en ellos, son adultos y son los responsables de asumir el rol que le toque en ese momento. La vida viene de atrás, nos traspasa y sigue hacia adelante, no al revés. Si una persona desarrolla el papel de padre/madre con sus hermanos, tendrá dificultades para crear otra familia y desarrollarse en ella con sus propios hijos. Si tiene hijos, a éstos, les costará verlo como padre, incluso es posible que lo llamen por su nombre de pila o construyan otro nombre para relacionarse que no tenga que ver con papá. Si un hijo hace de padre de su padre, está en modo abuelo, está en el lugar del abuelo y no de hijo, desde este espacio no vivirá su vida desde la libertad y la soberanía de su yo adulto. Eso es un desorden que generará, por el principio de la biología de la propia vida, desorden a su paso. Conflictos con sus hijos, creaciones, proyectos, pareja, trabajo, etc.
En sistémica, es importante reconocer a todos los miembros de un sistema, nos guste o no su conducta, lo que pasó o lo que hicieron, indistintamente de lo que sucedió, todos tienen el mismo derecho a pertenecer al sistema, (como ese miembro amputado que enfermó y en ese momento la solución, para que el cuerpo siguiera en la vida, era su exclusión, hubo un principio que sí estaba y nunca dejó de pertenecer). Desde este principio, ese derecho va seguido de otro, que es el lugar que le toca ocupar para poder ofrecer lo que tenga que ofrecer, independientemente de lo que haya hecho, sea o no juzgado como bueno o malo. Esta terminología de bueno o malo no entraría a formar parte de la sistémica, ni de las fuerzas del amor.
Dejar a un lado el raciocinio, la lógica humana y el mundo de las formas es vital para comprender estos principios y asentir a la vida tal y como es. Amar lo que es, colocar orden en ti y desde ahí comprender lo que sucedió y dejar que la vida fluya y se de.
Maku Sirera Pérez
por Maku Sirera Pérez
Decir no a todo lo que nos daña es una maravillosa oportunidad de darte valor. La vida está llena de estos momentos.
Maku Sirera Pérez
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por Maku Sirera Pérez
Y si pudiera atraparte y abrazarte tan fuerte que te mezcles con mi piel y volver a ser lo mismo.
Maku Sirera Pérez
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por Maku Sirera Pérez
Si las dice un progenitor o un hermano mayor, ¿Cómo no voy a creerlas? Pertenecer es una necesidad básica. Por amor las recojo y con amor me las quedo y las hago mías.
Maku Sirera Pérez
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por Maku Sirera Pérez
Estar en la tormenta, sin formar parte de ella, en ocasiones, no es sinónimo de paz.
Maku Sirera Pérez
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por Maku Sirera Pérez
En la escuela aprendemos, entre otras cosas, a desarrollar una serie de habilidades que creemos necesitar, para vivirnos adecuadamente en este mundo de formas y realmente son necesarias para formar parte de una sistema primario llamado ser humano, sí, sin embargo, también existen otra serie de habilidades que nos ayudarían mucho para transitar por un camino amable y consciente, teniendo en cuenta que todos los seres humanos estamos capacitados para desarrollarlas. He de decir, que cada día es más fácil tomar consciencia de que estas otras habilidades, forman parte de nuestras cualidades y que han estado ahí desde el principio de los tiempos, sólo ha hecho falta unos millones de años para verlas y reconocerlas.
Gracias a la tecnología, ahora somos capaces de descubrir, quizá ésta, no sería la palabra más adecuada para expresarme, puesto que descubrir, lo que se dice descubrir, no descubrimos nada, todo se encuentra en el universo, tan sólo con el tiempo y la acumulación de información, conocimiento, consciencia y evolución, nos damos la oportunidad de encontrarnos con esos «descubrimientos». De ahí la frase de, no recuerdo bien quién la dijo, aunque a mi me encanta decir que es de Deepak Chopra. A lo que iba, esta maravillosa frase, » El maestro aparece cuando el alumno está preparado, ni un segundo antes, ni un segundo después». Así, el ser humano, va creciendo en su hacer, caminando por lares que ya existen, aunque no ha visitado desde lo físico, quizá sí desde el alma o el espíritu. Esto, evidentemente no es demostrable en la actualidad, nadie ha regresado de la otra vida para contarnos qué tal siendo Éter o espíritu… todo se andará, si está en el camino, nos encontraremos cualquier día de narices con esto también.
La tecnología tiene mucho de positivo, entre otras tiene la capacidad de identificar lo hasta ahora inidentificable y hacer real lo hasta ahora irreal e inexistente. Gracias a varios autores, científicos, psicólogos, psiquiatras, cada vez estamos más cerca de demostrar, (palabra que nos gusta tanto a la inmensa mayoría de los mortales), que hay algo más en este mundo de formas que nos envuelve, nos dirige, nos condiciona, nos enferma, nos abruma, nos somete, nos programa, nos manipula o nos perpetúa. Evidentemente hablo también de Ego, ese constructo de programas, creencias y pensamientos que habita en nuestra mente inconsciente y que le hemos dado la habilidad de creerlo existente, aunque no real. Algo verdaderamente incoherente aunque demostrable.
De ahí que todo eso que no podemos tocar o ver, hoy por hoy, ya existen versiones que se pueden demostrar y que, aunque no lo vemos, existe. Es decir, tampoco hace falta irnos a investigaciones ni nada parecido, en nosotras, las personas, está que los pensamientos y las emociones existen aunque no podamos verlas ni tocarlas. Esto es una realidad vigente y palpable, solo tenemos que detener nuestro hacer y observar que nuestro corazón late, no sólo para mover la sangre, late conjuntamente con la lectura, viendo películas, con los abrazos, con los besos, con las palabras, con las miradas, con las expresiones de los demás y con un sinfín de vivencias que sería eterno nombrar ahora.
Nombro a una persona que ha hecho un gran avance con sus investigaciones para demostrar que todo eso que no vemos, que no tocamos, que existe y también se hereda, se transmite y lo llevamos puesto en la piel de las células de nuestro cuerpo, «Rachel Yehuda». Información celular integrada dentro de un sistema que a su vez, está incluso en otro sistema que a su vez, pertenece a otros sistemas y todo en correspondencia y sabiduría propia. Heredamos algo más que el color de los ojos, de pelo, la estructura osea, fisionomía, etc, además de patrones de comportamiento y creencias educacionales y sociales. Rachel Yehuda, doctora y profesora en Psiquiatría y neurociencia en la facultad de Medicina Mount Sinaí de New York, e investigadora sobre las herencias emocionales y el trastorno de estrés post-traumático, ha ampliado el conocimiento de las consecuencias de heredar, casi inevitablemente mientras no lo hagamos consciente, los programas y patrones de sucesos y dramas ocurridos en la vida de nuestros ancestros, entre otras cosas.
La epigenética, parece estar relacionada con los efectos del estrés postraumático sobre la salud. Se ha podido demostrar, que los dramas vividos con anterioridad a nuestro nacimiento, se quedan alojados en la información celular y se transmiten por generaciones; tercera o cuarta hasta ahora demostrado en ratones y en seres humanos con menos generaciones, ya que para completarlo en las personas, se precisa el transcurso de más tiempo para llegar a la cuarta o quinta generación.
Rachel Yehuda, se centró en los horrores vividos por el holocausto de la segunda guerra mundial y cómo afectó, no sólo a los que la vivieron, sino también sus predecesores y sus vidas. Las consecuencias que todo aquello generó; síntomas, enfermedades, ruinas y dramas en nietos y bisnietos de los supervivientes, fueron muchísimas. Este fenómeno, ha sido muy estudiado por científicos de todo el mundo, llegando a la conclusión de que la información de cómo se viven las experiencias de vida también se hereda, a lo que se denomina «epigenética».
¿Qué es la epigenética? Es la ciencia que estudia los cambios que surgen en el ADN, a raíz de una experiencia o una vivencia traumática y que por consiguiente, ese «cómo se ha vivido», queda alojado en la información celular del individuo y éste, lo transmite a sus descendientes. Todavía existen muchas investigaciones que realizar, sin embargo, en este campo, Rachel Yehuda, ha avanzado mucho y nos ha regalado luz a muchos de los síntomas o enfermedades que hasta la fecha no tenía ni razón de existir, ni de ser.
La buena noticia ante todo esto, no es sólo que ya podemos poner nombre a cosas que, aparentemente, no son tangibles o visibles, sino que además, ya sabemos que heredamos también las herramientas necesarias para transcender y sanar esos traumas y por tanto, aliviar a las generaciones venideras de todo esto.
«El último estudio de este tipo publicado recientemente por científicos de la Universidad de Zurich, aporta algo más de luz a los mecanismos exactos que se ven afectados en la herencia del trauma.
*-En este estudio participaron niños de un orfanato de Pakistán.
La investigación que llevaron a cabo consta de dos partes. En la primera, sometieron a un grupo de ratones a un trauma en las primeras etapas de su vida y, pasado un tiempo, compararon su sangre con la de otros roedores que no habían pasado por esa situación. Esto les permitió hallar algunas diferencias significativas, especialmente algunas referentes al metabolismo de los lípidos. Quedaba saber si estos cambios se habían transmitido a la descendencia, por lo que analizaron la sangre de sus crías para comprobar que, efectivamente, algunas de estas alteraciones también estaban presentes.
La segunda parte del experimento la llevaron a cabo con 25 niños de un orfanato de Pakistán, que habían perdido a sus padres y habían sido separados de sus madres. Tomaron muestras tanto de su sangre como de su saliva, que les permitieron comprobar que también en su caso había ciertos parámetros asociados a modificaciones concretas en el metabolismo de los lípidos. El siguiente paso era analizar por qué este rasgo parecía heredarse.» (Azucena Martin).-*
“Según las investigaciones de Rachel Yehuda, las tragedias de diversos tipos e intensidades; como el abandono, el suicidio, la guerra, la muerte temprana de un progenitor o de un hijo, pueden producir unas ondas sísmicas de aflicción, que se transmiten de generación en generación”.
Según Jung, (Carl Gustav Jung fue un médico psiquiatra, psicólogo y ensayista suizo, persona vital para la expansión y evolución del psicoanálisis y padre de la teoría del inconsciente colectivo, entre otras), decía que, todo lo que para el ser humano es difícil de procesar emocional o vivencialmente, no se desvanece con el tiempo sino que, una parte de nuestro cerebro que está diseñado para la supervivencia, lo guarda y se queda custodiado en el inconsciente individual, que a su vez, queda almacenado en el inconsciente colectivo. Como decía Einstein, todo en el universo es energía, información y ésta, no se destruye ni se elimina, sino que se transforma.
Bessel van Der Kolk, un psiquiatra holandés, conocido por sus investigaciones sobre el trastorno de estrés post-traumático (TEPT), dice que no se pierde nada de las experiencias que vivimos y que las llevamos encima hasta hacerlas conscientes y querer generar cambiar la mirada. No podemos cambiar lo que pasó, sin embargo si podemos cambiar la mirada y con ello la emocionalidad que sí causa daños tanto en nuestro ADN como en el de nuestros descendientes.
Tras esta información, existe algo igual de evidente y también demostrable y es que, en un mismo instante, cuando una experiencia traumática se da durante el embarazo y éste, se encuentra sobre la veinte semana de gestación, sabiendo que el bebé que crece en el vientre de esa mujer es una niña, ésta, ya tiene todos los óvulos que utilizará durante su vida al nacer, es decir, tres generaciones viven a la vez, los mismos sucesos en el mismo tiempo. Me explico, cuando tu abuela estaba embarazada de tu madre, la célula que estaba destinada a ser tú, ya se encontraba en el vientre de tu abuela y en los ovarios de tu madre. Las tres generaciones compartíais un mismo entorno biológico. Esto referente a la madre, de igual forma pasaría con tu padre, estando en el vientre de tu abuela.
Entre 1987 y 1992, Bruce Lipton, (Biólogo y pionero de investigaciones sobre la biología celular), demostró que las experiencias del entorno de un ser humano, podían actuar a través de la membrana celular y controlar la conducta y la fisiología de la célula, pudiendo activar o silenciar un gen determinado. Según Lipton, las emociones de la madre, pueden alterar bioquímicamente la expresión genética de sus hijos.
Podría extenderme durante muchas líneas, añadiendo muchos autores y científicos más, que siguen esta línea de investigación como; Bert Hellinguer, Thomas Verny, Jamie Hackert, Eric Nestler, David Sack, LeManuel Lee Bitsoi, Albert Bender, Joan Garriga, Salomón Sellam y un largo etcétera que por fortuna para la humanidad, siguen sumándose cada día más en este sentido.
Añadiré que también existen disciplinas y metodologías, que se incorporan a estas investigaciones y que aportan luz para poder resolver todos estos efectos. Gracias a la Biodescodificación, a la epigenética, el estudio transgeneracional, las constelaciones, la hipnosis, etc, la solución a estos cambios y consecuencias, es fiable y viable.
Estas metodologías o terapias, nunca sustituyen ningún tratamiento médico, al revés, pueden ayudar a aliviar los síntomas y enfermedades y acelerar los resultados positivos de éstas, aportando beneficios de incalculable valor a la humanidad.
Os invito a que indaguéis en vuestra historia familiar, que visitéis un especialista en Transgeneracional, Biodescodificación o Constelaciones sistémicas, tengo la certeza de que, a partir de ese instante, comprenderéis muchas de las circunstancias y experiencias que suceden en vuestras vidas. Otro día, os contaré las mías.
MakuSZ
por Maku Sirera Pérez
Querer que alguien cambie por el hecho de que tú así lo desees, es como creer que el sol saldrá por el Oeste por pedírselo a los Reyes Magos.
Maku Sirera Pérez
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por Maku Sirera Pérez
Cuantos cuentos contados desde el mismo instante que me tuviste entre tus brazos. El lugar más seguro de mi historia, papá.
Maku Sirera Pérez
Cuentan en los libros de psicología, en lienzos escritos por conocidos sabios, filósofos y eruditos de mentes inconscientes que, para una niña, su padre, es el primer amor, su primera imagen de admiración, el primer lugar donde mirarse diferente a mamá y para ella misma.
Pues si, personalmente tengo que reconocer que con los años así lo siento, mi padre, mi primer amor, la primera persona a la que admiré. Mi padre fue y sigue siendo un lugar donde mirarme para ser yo, sí, ser yo he dicho, y esto nada tiene que ver con lo masculino, no, al contrario, tiene que ver con lo femenino, con mi feminidad, con la mirada que permito de los hombres hacia mi.
El padre, es el primer lugar donde se reconoce una mujer y también un hombre, aunque éste será otro tema, hoy quiero hablar desde mi visión, desde la mirada de una niña que juega a ser mujer y a madurar para vivirme libre, y no estoy hablando de tendencias sexuales, que también, me refiero a la figura paterna y su aporte, a la importancia crucial y vital de la figura paterna en la vida de una persona y en este caso, de una mujer.
Desde esta importante figura, el padre, una niña aprende a recibir amor, sobre todo a recibirlo en las relaciones de pareja. Una niña, y digo niña en su amplio significado, aprende de mamá a dar amor, a expandirse, a completarse a ella misma para ser y sentir, a llenarse para luego regalar y dar en equilibrio. Con mamá, las mujeres aprendemos a tener la capacidad de elegir las relaciones de pareja en el «dar amor», si mamá no supo amar a los hombres, nosotras viviremos aprendiendo a amar en cada relación pactada, desde la lealtad a las mujeres de nuestro clan y a nuestra madre. Y digo que «no sabía», pues en los primeros años de vida de un ser humano, negamos la esencia primaria del ser, olvidamos lo que somos, amor, para darle paso a Ego y sus definiciones y vivirnos separados, juzgados y en búsqueda constante.
También aprendemos del amor con papá, siendo de igual importancia para vivirnos en equilibrio y elegir a la persona que nos acompañe por el camino de la relación de pareja, desde el disfrute y el amor.
Una niña aprende de papá a recibir el amor. Con él, aprendemos a permitirnos ser amadas, a elegir relaciones de pareja que reflejen la mirada de reconocimiento de lo que es y lo que creemos merecer. Aprendemos a sentirnos deseadas, atractivas, sin peticiones, sin reclamarlo, sin exigirlo y a descubrir nuestro propio reconocimiento físico, desde la independencia y la autonomía emocional.
Como papá ama a mamá, nosotras elegiremos el amor de pareja y repetiremos esa relación en nuestros escenarios, bien sea por exceso o por defecto, desde el espejo o la sombra.
Si papá no supo amar a nuestra madre, no supo amar a las mujeres y respetar su presencia, nosotras viviremos experiencias sufrientes y carentes de amor recibido. No existen culpables en las relaciones, sólo existen personas que llevan dolor en su interior o regalan amor a su entorno.
El niño que juega a ser hombre durante la vida, el hombre, aprende a recibir amor de la figura materna, de la madre, si él no aprendió a ser merecedor de recibir un amor sano, no sabrá como entregarlo, caminará por su historia en búsqueda constante hasta que tome consciencia de ello, en ese instante comenzará un maravilloso recorrido hacia la libertad de ser el mismo, sin reproches ni culpables, sintiéndose capaz de entregar lo que siempre existió en él, el amor del comienzo de la vida con una mujer, su madre. En este instante dejará de existir la separación.
Si papá fue negado, bien por falta de amor propio, por carencia de amor de las mujeres de su clan o la falta de un espacio paterno de límites y abastecimiento emocional, nosotras, viviremos ausentes de reconocimiento, viviremos con un vacío existencial que buscaremos constantemente en todas las relaciones, en especial en las relaciones de pareja.
Nuestra mente y nuestra esencia están inevitablemente unidas al perdón de toda acción que, por cualquier motivo, no nos lleve al amor. La carencia nos mantiene en un circuito, en una rotonda emocional egótica y adictiva que nos destroza inconscientemente. La buena noticia es que el camino está lleno de señales, esa rotonda emocional tiene un sinfín de salidas, «LA SEGUNDA SALIDA», «LA SIGUIENTE SALIDA», señales tales como; experiencias, frases, sucesos, películas, canciones, libros, personas que nos facilitan la salida a un paraíso propio, las “PERSOM’S”, escenarios que nos indican como retomar nuestro poder y liberarnos de ese vacío, de su ausencia y de esa búsqueda constante. Salidas que nos conducen a lo que nos merecemos, a un lugar de reconocimiento y permiso para ser amadas, un espacio donde existe el amor en toda su magnitud, esperando su fuerza para permitir el amor y recibirlo.
Como papá nos ha amado a nosotras, será nuestra relación íntima, nuestra vulnerabilidad consciente o inconsciente en el arte de la relación de pareja. Encontramos en su figura el amor propio para abrigarnos en tiempos de caos o tempestades emocionales y la capacidad abundante para «amarnos lo suficiente para levantarnos de una relación, situación o suceso doliente o sufriente», poner límites al desamor y tomar la fuerza necesaria para reconocernos en el amor que somos.
Papá es un lugar para madurar, crecer en autoestima y en reconocimiento de lo que hacemos y su recompensa. Papá protege, limita, reconoce la valía que somos y mostramos, es el éxito en nuestro interior y del merecimiento expuesto y permitido.
Papá, es ese lugar sin puertas ni ventanas, un espacio sin barbas y con la entrega del amor incondicional, que limita la mirada de ego y permite el amor abundante y equilibrado hacia nosotras mismas.
Papá, ese lugar para crecer, para ser con y por excelencia de lo merecido, aprendido y hecho. Un lugar para retribuirnos de lo relacional para un merecido disfrute y descanso.
Papá, un lugar para crecer y madurar, un lugar donde darnos la vuelta hacia nuestra propia vida, cogerla con las manos del alma y nutrir nuestros proyectos, deseos e ilusiones, abasteciendo de todo y para todo nuestro futuro.
Tomar a papá, averiguar la belleza oculta que se haya en él y tomarla, con todo lo que fue y es, aunque no ocurriera como a nosotras nos gustó o deseamos, es vital para vivirnos en un camino de éxito y disfrute.
Darle su lugar, el primero de los hombres, aunque su lugar transcurriera ausente, o vacío, o negado, o lo que fuera que ocurriese cuando éramos niñas, es de vital importancia para no descubrirnos buscando ese espacio, su figura y su significado vital en cada una de las relaciones, sobre todo en las relaciones de pareja.
Honrarlo para honrarte.
Darle su lugar para tener tu lugar.
Tomarlo para tener y hacer.
Maku Sirera Pérez
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