Querer que alguien cambie por el hecho de que tú así lo desees, es como creer que el sol saldrá por el Oeste por pedírselo  a los Reyes Magos.

Maku Sirera Pérez

Síndrome de buenismo que tenemos algunas personas, creyendo que los consejos gratuitos y NO PEDIDOS los damos por el bien de los demás, que en ocasiones sentimos lástima o pena por ciertas personas o todo lo contrario y allá que vamos a SALVARLOS, caminando por la vida consintiendo quemas, destrozos, burlas y en ocasiones, enmascarándolas con bondad o falsa humildad. Este comportamiento tiene más que ver con el SINCERICIDIO que otra cosa. ¡¡Vaya por Dios!! ¡¡Qué majos ellos! Claro y entonces yo me pregunto ¿Qué hacemos en este lugar de llantos, de penas y disturbios? ¿Para qué damos consejos, comentarios o reflexiones no pedidas? ¿Para qué los consentimos? ¿Por qué repetimos estos patrones una y otra vez? o como yo digo «OTRA VUELTA AL CÍRCULO MANOLO». Lo hago por ti… ja, ja, ja. Es por tu bien… ja, ja, ja. Si no te digo yo lo mal que vas, ¿Quién te va a querer tanto como para decírtelo?… ja, ja, ja. «VETE A LA TIERRA DEL ESTIÉRCOL», esto podría salirme de entre los dientes, así, sin más, porque yo lo valgo, como en el anuncio de L’oreal.

¡Anda ya! Estas cosas son fabricadas en el ático de Ego, desde esas alturas donde habitan nuestras creencias de superioridad. Sí, digo superioridad aunque, querido lector, te estén brotando por los labios «espumarajos». Cuando emitimos consejos, reflexiones o comentarios no pedidos, estamos rozando las alturas y no precisamente de la Divinidad. Nos creemos mejores que la persona que nos está escuchando, es decir, ella es errónea, está equivocada y necesita de nuestros consejos, y claro, aunque éstos no sean pedidos, ¡por Dios! ¿Cómo voy a callar esto que me surge? ¡Y que me salga un «bicho bola» en la garganta! Y para calmar nuestra culpa y envolverla en un abrigo de candor, nos mentimos a nosotras mismas con ese «rollito interno» de, ¡Lo hago por amor!, ¡Si me callo esto es que no te amo!, ¡ Lo hago por ti! y todas estas frases y más, (podría estar hasta el año 2074 con este tipo de argumentos), obviando el YO, y no hablo del yo esencial sino del YO PROGRAMADO, EL ELLO Y EL SUPERYÓ, del yo cubierto de máscaras, heridas y ropajes egóticos que mantienen nuestros escenarios en un ir y venir, desde las profundidades de Ego hasta su ático y «OTRA VUELTA AL CÍRCULO MANOLO». De una polaridad a otra de la sombra, donde nos resulta más que difícil encontrar el amor.

Ya sabemos que sólo existe en el universo una energía, EL AMOR, es decir, cuando no estamos dando amor, lo estamos pidiendo. Toda ausencia de amor causa lo que creemos contrario, MIEDO, sin embargo, es sólo ausencia del primero. Somos carentes de darlo porque no creemos tenerlo, porque en nuestro inconsciente, habitan creencias que nos impiden recibir y en consecuencia dar. Si nuestra mente consciente transita por estos espacios egóticos, lugares carentes y necesitados éstos, se proyectarán hacia el exterior con la misma carencia. Si nada tienes, nada das. Cuando hablamos, mostramos la calidad de nuestros pensamientos y nuestros sentimientos.

¿Reprochitos? Carencia.

¿Consejitos? Carencia.

¿Advertencias? Carencia.

Y ya no hablamos de cuando sacamos a pasear  la caja de «PALUEGO», ese lugar inmenso donde guardamos todo aquello que se quedó pendiente, saliente, hiriente o «acobardado entre las sombras o los dientes». Ya sabemos que «EL UNIVERSO NOS GARANTIZA LA DEVOLUCIÓN DE LO QUE DAS»,  estos actos o acciones, que no sale desde el corazón sino de la mente pensante, que surge cuando damos consejos, reflexiones o comentarios no pedidos y evidentemente y en la mayoría de las ocasiones, por no decir todas, no son bien recibidos. Lo que sale de Ego, vuelve a éste con la misma energía que se emitió. De aquí las respuestas negativas a nuestros consejos, que van seguidos de ¡Venga, encima de que te lo digo! ¡Qué desagradecido! ¡Si lo sé, ni me molesto en decírtelo!

Nosotras buscamos aprobación o reconocimiento dando consejos, es decir, la energía es fabricada en el ático de Ego, sale al exterior y es devuelta, con garantía, a sus profundidades. En ese instante, la energía de transmisión y de correlación es densa y nada amorosa, se fabrica, como ya he dicho, en el ático de Ego. Sale al mundo de las formas y vuelve a las profundidades sin haber rozado, ni por un instante, la dulzura y la compresión. La mente de quien recibe consejos no pedidos se incapacita, desvalorizando su corazón. La mente de quien los emite, solo refleja su propia carencia y vuelca hacia el exterior, lo que porta en su interior. ¡Así de simple! ¡VETE A LA TIERRA DEL ESTIÉRCOL!

Si, esa tierra que huele tan fuerte que a veces te tumba, quizá desde el suelo seamos capaces de escuchar el latido del corazón y conectarnos con la sabiduría de la madre tierra. Si, esa tierra de abundancia en sustancias sólidas que te recuerda lo que ni tu cuerpo quiere, quizá es una metáfora de soltar lo tóxico para volver a nutrirnos de amor. Si, vete a ese lugar de finales y sobras, a ver si allí somos consciente de que el amor se ofrece desde el respeto, a la misma altura del corazón, con el alma sin fronteras y sumando lo que ya somos en individualidad. ¿Quién soy yo para dar consejos no pedidos? Quizá es más amoroso escuchar y luego preguntar que te surge un pensamiento compartido desde tu lugar, que nunca es el de la otra persona. Quizá es más amable para ambos respetar espacios y tiempos y SIEMPRE, SIEMPRE, SIEMPRE, preguntar si la otra persona está dispuesta a escuchar tus argumentos, tus consejos, tus reflexiones o tus comentarios y vivirte en un espacio de madurez, para recibir un NO  a esta pregunta.- ¿Quieres que te diga lo que pienso de eso? ¿Quieres que te dé un consejo desde mi punto de vista? ¿Te gustaría que te diera mi opinión? Si la respuesta es un sí, acariciar el alma de la otra persona, regalando tu opinión sin olvidar que es sólo tu visión y ella tiene derecho a no estar de acuerdo contigo y así manifestarlo. Si la respuesta es un no, recogerte en la compresión del respeto hacia ambos y desde la madurez, seguir escuchando y sumando o lo que sea más amable para ti en ese instante.

Somos libres y la madurez forma parte de esa libertad. En ocasiones, es muy sano invitar a envolver en una caja de regalos y colocarle un lazo de colores, todos esos consejos, reflexiones o comentarios no pedidos y enviarlos a «LA TIERRA DEL ESTIÉRCOL».

Maku Sirera Pérez