Y si pudiera atraparte y abrazarte tan fuerte que te mezcles con mi piel y volver a ser lo mismo.
Maku Sirera Pérez
El amor expresado en su única esencia sólo tiene una forma, es la absoluta certeza de lo que somos, sin necesidad de fingir ser otra persona para ser aprobada por nuestro entorno. Esta necesidad no es ni más ni menos que una creencia de sentirnos erróneos, de sentirnos inválidos emocionales, de vivirnos en la desconfianza de no ser suficiente y pasar nuestros filtros por la aprobación de los demás y el reconocimiento ajeno.
Todo esto es signo de inmadurez emocional, es la apariencia de parecer físicamente un adulto y tener un interior mirando hacia nuestros padres, viviéndonos en modo niño.
¿Y por qué digo esto? ¿En qué me baso?
Pues veréis, a parte de basarme en mi propia experiencia como terapeuta en constelaciones y entrenadora de emociones, que para mi tiene mucho valor sin necesidad de aprobación (mamá) en este campo, ¿O quizá si?, no sé, existen muchos autores que se han dedicado a esclarecer un sinfín de conceptos y significados en estos temas, aportando luz a las relaciones humanas y sus entresijos.
Freud, el inigualable Carl Gustav Jung, Mark Fletcher, Anne Schutzenberger, Doris y Lisa Langois, Patrice Van Eersel, Catherine Maillard, el incomparable Salomón Selllam, la inestimable Virginia Satir, Lola De Miguel Campos, el humor generoso y sabio de Joan Garriga, la peculiar y extravagante sabiduria de Alejandro Jodoroswky, Bruce H. Lipton, el gran Bert Hellinguer y muchos más, han volcado y dedicado gran parte de su tiempo a facilitar la comprensión del comportamiento del ser humano y a dar soluciones a tantos siglos de separación, de tormentos, (como lo hacia llamar San Agustín), de angustias, repeticiones y conflictos relacionales, pues al final y al principio todo se basa en las relaciones. Somos relación y partimos de este término para poder definir el comportamiento de lo que nos rodea y de lo que habita dentro de nosotros, un submundo interior símil al gran mundo exterior.
Lo que es adentro, es afuera. Como es arriba, es abajo.
Mamá nos aprueba en la vida, por y para ella, nos valida como seres independientes físicamente y nos abre la puerta de la madurez emocional. Con este gran paso, con este gran acto de amor altruista y generoso, nos crea un espacio abundantemente seguro para sentirnos merecedores, válidos y suficiente para transitar por la vida desde la certeza.
El amor incondicional simboliza a mamá y su dar sin esperar de vuelta lo mismo que ella ha dado, dar sin expectativas, dar desde la certeza de que ya somos suficiente para vivirnos en nosotros mismos, pues desde ella, hemos creado todo lo que somos. Ella, es el lugar de la creación, el lugar de la validación, el lugar para cargar nuestras mochilas de abundancia y merecimiento para salir a la vida y VIVIR.
Mamá, es un lugar sin puertas ni ventanas que sucede constantemente a lo largo del tiempo de vida. Salimos de este lugar sabiendo que podemos volver a él siempre que necesitemos recordar nuestra valía y cuanto nos la merecemos. No es un lugar para vivir, para atesorar, es lugar de vida, para la vida y por la vida. Volver, si nos hace falta crearnos, recordarnos, recomponernos y salir de nuevo SIENDO.
Ella, es el regazo de Dios y conjuntamente con papá y su atenta mirada, nos exponen con sus largos brazos protectores para lo que hemos elegido experimentar.
Mamá nos aprueba en la vida y para la vida.
Papá nos reconoce en ella, la vida y nos insta al mundo.
Los dos forman a Dios en su máximo esplendor, la creación hecha forma y en sí misma, en cada encuentro relacional y así, se desprende una partícula minúscula de él, de Dios, llamada persona, que da forma al milagro de la vida.
Ellos, los dos, mamá y papá en conjunción y unión, son urgentes de tomar, atender ese instante como la culminación de una obra de arte llamada PERSONA. Urgente de tomar como son, cada uno completo en su individualidad y aportando su 100% para crear el 100% de otro ser vivo.
Ésta, es la relación sana de la certeza, de la abundancia, la aceptación de «AMAR LO QUE ES» en cada instante, amar lo que es porque así lo hemos elegido, así hemos tomado el poder que somos, la grandeza de lo heredado para vivirnos en un mundo transitable desde esa certeza, desde una absoluta inocencia y capacitados para todo lo que, debajo de nuestros pies y frente a nuestra mirada, se encuentra.
Tomando de ellos para darnos la vuelta y VIVIR, y digo darnos la vuelta, sí, tomar lo que ellos son, tal y como fueron, tal y como son y llenarnos de su abundancia para vivirnos en nuestro propio camino, como nosotros elijamos sentirlo (mamá) y hacerlo (papá).
Tomar y no pedir. Tomar y no reprochar. Tomar y no juzgar. Tomar y no exigir.
Tomar es recoger abrazando, agradeciendo. Es abrir las manos y el corazón para llenar, cuidadosamente desde el agradecimiento, nuestras vasijas emocionales y luego, desde el poder de ese acto de amor, darnos la vuelta para llenar nuestra vida de todo lo recibido, de lo tomado.
Tomar, es un acto consciente, es detener las peticiones de lo que nos gustaría, de lo que desearíamos que fuese para atender lo que es. Tomar es una elección que nos empodera, nos capacita y nos libera de vivirnos en MODO NIÑO, convirtiendo nuestro camino de vida en un lugar transitable desde la amabilidad, la abundancia, el merecimiento y sintiéndonos suficiente para TODO.
Cuando pedimos, reclamamos, reprochamos, exigimos, juzgamos, controlamos, nos creemos mejores que nuestros padres, actuamos desde el pensamiento de que lo estamos haciendo mejor. Cuando les decimos como ser madre o padre, estamos de espaldas a la vida, a nuestra vida. Estamos mirando a mamá y/o a papá. Estamos en MODO NIÑO, MODO BEBÉ. Desde aquí, le pediremos a la vida, le pediremos a nuestra pareja, le pediremos a nuestros hijos, le pediremos a nuestros amigos, le pediremos a todas las relaciones APROBACIÓN Y/O RECONOCIMIENTO.
Caminamos buscando a mamá y a papá en las relaciones, nuestra vida se encuentra a las espaldas de tanta petición, se encuentra esperando que recordemos que tenemos todo lo suficiente para darnos la vuelta, mirar de frente a la vida, sonreír y empezar a servirnos de todo lo tomado.
Si no nos damos la vuelta, si seguimos a lo largo de nuestros años reclamando aprobación y reconocimiento, buscando a mamá y a papá en nuestras relaciones, es que estamos en MODO NIÑO, desde este modo es fácil entender que los niños son dependientes, que carecen de «trabajo», «dinero» y «pareja» y, sus relaciones son de aprendizaje constante.
De este modo, la vida transcurre detrás de nosotros, ella sucede todo el tiempo sin nuestro permiso y nuestra mirada, aunque sería mucho mejor para nosotros que nos diéramos la vuelta y la miráramos.
Amar con el cuerpo a disposición de la vida, el vientre a disposición del futuro y el corazón al servicio de cualquier alegría o lágrima que sea vertida o sentida.
AGRADECER LO QUE ES Y TOMAR LA VIDA TAL Y COMO ES, SIN QUITAR NI AÑADIR NADA.
Maku Sirera Pérez
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