Si supiera que esta fuera la última vez que te vea salir por la puerta, te daría un abrazo, un beso y te llamaría de nuevo para darte más. Si supiera que esta fuera la última vez que voy a oír tu voz, grabaría cada una de tus palabras para poder oírlas una y otra vez indefinidamente… 

Gabriel García Márquez

Me viene a despertar en la madrugada un olor familiar, un recuerdo de tiempos pasados que no logro entender. Un espacio con olor a tierra mojada, a hierba recién cortada. Me despierta una brisa cálida y amable que me trae recuerdos a tiempos de otras épocas, como si hubiera pertenecido a otro país o a otro lugar diferente donde formaba parte de la tierra, del bosque, de los animales, como si yo fuera una animal, un lobo; exuberante, calmo y seguro y me siento abrazada por todo y por todos. Me abraza la brisa, el agua, el sonido, el olor, el canto, el pelaje y tus ojos, los ojos de un ser que es maestro y aprendiz al mismo tiempo y forma parte de mi, y yo de él. Me acerco a su mirada y me siento en casa, siento el aroma de un hogar perenne y abundante donde el tiempo no existe.

Mis brazos se dirigen directamente a rodear su cuello cobijando todo mi cuerpo, se dirigen a abrazar esa criatura que me atrapa con su mirada azul cielo, con su elegancia, con su seguridad, con su olor a tierra salvaje e indomable y al mismo tiempo fiel y leal a lo nuestro. Te rodeo y observo como desde mi corazón salen unos finos hilos dorados y rojos que se conectan directamente con el tuyo y ya no existe el vacío. Mujer y lobo son ahora una sola cosa, un solo Ser y ese abrazo nos funde y nos conecta con el principio de todos los tiempos, con el comienzo de la vida misma y su recuerdo, ese que habita en silencio en las células de mi cuerpo, del tuyo, del planeta entero y que nos vuelve de la misma especie, de la fuerza de vida y se carga de un plumazo todas las diferencias, incluyéndolas a la perfección en un lienzo colorido que agrupa mil posibilidades, todas correctas.

.- ¡Te echaba de menos! veo que el tiempo aquí no existe y sin embargo siento que te echaba de menos. Del  lugar de donde vengo, donde vivo o creo hacerlo, sí pasa el tiempo y te consume y aunque suma en sabiduría te resta en agilidad, en vitalidad y en arrebato, siempre estamos en el hacer de algo. Allí, nos dirige un sueño hipnótico que nos adormece haciéndonos creer que la vida es eso, es pasar inconscientemente por ella si amar, sin abrazar, sin sentir, solo hacer y hacer sin parar de demostrar, no sé bien a quién, algo que nadie sabe. Se nos olvida, en ese lugar de donde vengo, la conexión con la esencia, con lo salvaje del amor. Se nos olvida la lealtad a lo que somos, a la verdad de donde pertenecemos, a amar sin fronteras. Se nos olvida mirar con el corazón,  abrazar con el alma y creemos, con ese sueño hipnótico, vivir conscientes  de lo que nos pasa, olvidando quién realmente somos.

.- ¡Te echaba de menos! desde todo el tiempo. Abrazarte me devuelve a la vida, resetea mi corazón y me activa el alma. El olor a tierra, a bosque, a fuego, a agua, a mar me transforma y me cambia. Abrazarte, abrazarme, abrazar me canta, convierte este espacio en un lugar infinito e inmortal. Abrazos y más abrazos desde mucho antes de nacer llevaba impresos en la piel, la de fuera y la de dentro también, esa que me vuelve persona. Mis pies emitían cantos de urgencia buscando mi origen. Mis brazos orquestaban la música de la vida y junto a mi cabello me han traído a este lugar, a ti, mi maestro sagrado Ikram, me han devuelto.

La lealtad a un único origen nos mantiene en el amor absoluto aunque el tiempo desvanezca lo material, este no quiebra el espíritu, el mismo que nos crea, nos conecta y nos sustenta, dando paso a la luz del principio.

Quiero abrazarte, abrazarte quiero, fundirme en tu olor a honra y que tu pelaje y mi piel se confundan y te lleve conmigo cuando vuelva al lugar del donde vengo. Recordar tu olor a tierra salvaje en cada momento y que mi corazón retumbe y despierte mi mente sin desfallecer con cada encuentro. Amar, abrazar y fundirme sin olvidar  quien soy y a donde realmente pertenezco. Que mis ojos sean tu mirada, que tus pasos transiten mi camino y que tu corazón sea mi guía.

Creí que de pequeña me faltaron abrazos, miles, y besos. Creí que de pequeña me faltaron sonrisas, cantos y miradas de merecimiento, sin embargo ahora, sintiendo tu abrazo, dejando mi cabeza en tu costado, soy consciente de que nunca me faltó de nada, tan solo fue un segundo en el infierno de una mente que creía estar separada.  Volver, abrazar mi vuelta a casa, oler la conexión de la tierra madre y la lluvia del padre cielo me hacen tomar consciencia de que nunca estuve alejada, no existió la soledad ni la falta y tampoco me viví apartada. Lo material nos envuelve en una realidad precisa para prepararnos la vuelta a casa, un espacio que elegimos para romper las cadenas de nuestras creencias de separación y de pensar que solas podemos, sin embargo, el canto que mueve la vida de nuestras células nos recuerda que siempre estamos en el paraíso, jamás fuimos expulsados, esto es tan solo una historia necesaria para recordarnos.

Despierto de tan bello sueño que me trae de vuelta a lo que llamaría realidad, aunque soy ya consciente de que no es cierto. Vuelvo al sueño hipnótico de este mundo de formas sintiendo que soy distinta, que algo en mí ha cambiado. Siento que mis ojos ya no miran como antes de mi sueño y tampoco mi piel siente igual, mis pies tienen la seguridad de conocer cual es el camino y mi corazón late al mismo tiempo que el corazón de la tierra madre, que me sustenta. Mi mente tiene la claridad que me regala la luz del padre cielo. Mujer y lobo nos fundimos, tus valores y los míos están ahora en el camino y una suave brisa nos empuja como almas afines hacia un mismo cielo.

En honor a mi maestro Ikram, fiel compañero, guía fácil en la oscuridad y canto que vibra en espíritu con el amanecer y me traslada por el camino correcto.

Maku Sirera Pérez