Creemos ver en la realidad de lo que sucede la verdad, sin embargo lo que sucede, en la mayoría de las ocasiones, nunca es la verdad, tan sólo es tu verdad y dista mucho de la realidad.
Maku Sirera Pérez
Siempre podemos volver a empezar, yo así lo siento, aunque lo hacemos desde el presente, pues jamás volvemos al pasado físicamente para comenzar de nuevo y esto, se debe a que la vida física sólo tiene una dirección, esa es la fuerza que nos invita a evolucionar para nuestros descendientes, sin embargo, si a ese comienzo no le incorporamos el conocimiento adquirido, los aprendizajes del camino y las tomas de consciencia de las experiencias no avanzaremos, quedaremos atesorando un circuito circular que nos mantendrá como en una rueda de hámster, en movimiento hacia ningún lugar y serán nuestros descendientes los que por amor, recogerán el testigo de la evolución que nosotros no hemos realizado y repetirán las experiencias para el bien del propio sistema y de la creación.
Querido lector, ya sabes que soy una enamorada del ser humano y de esa habilidad que tenemos de adaptarnos, rehacernos y renacer. Enamorada también de esa parte creativa que tenemos todos los mortales y que en muchas ocasiones, compartimos con el mundo para engrandecernos en comunidad.
Siempre he creído que venir a este mundo de formas era una elección álmica y nuestro corazón sabía el “para qué”. Con el tiempo, han llegado a mis manos muchos libros que hablan de esto mismo, una teoría, (de momento es una teoría, puesto que nadie ha regresado de la otra vida para contárnoslo, no que yo tenga conocimiento), que me resuena mucho y que he decidido, de manera consciente, incorporar a mis pensamientos y acciones, generando cambios maravillosos en mis escenarios y dando lugar a una liberación de conceptos y creencias dolorosas que me imposibilitaban caminar libre y feliz.
No nacemos solos, ni morimos solos. Tampoco nacemos con una mente y unas células vírgenes o como un libro en blanco. La vida nos viene dada desde muy lejos y desde muy atrás, con todas las experiencias vividas de nuestros antepasados, como información impresa en un lienzo invisible que heredamos sí o sí, según el lugar que ocupamos dentro del sistema familiar y con la elección de vida y propósito que hemos elegido. Ya sabes, querido lector, que todo en el universo es energía y que ésta ni se elimina, ni se destruye, tan sólo se transforma, es decir, el cuerpo es un gran contenedor de información ya existente que se transforma con cada experiencia y éstas, quedan impresas en ese lienzo que heredarán las próximas generaciones. Desde esta mirada podemos tomar la responsabilidad de nuestras acciones y hacernos cargo de ellas, sabiendo que nuestros pasos no los transitará de nuevo nadie, sin embargo, ellos construirán la base del camino de nuestros descendientes. Podríamos poner como ejemplo una casa, la base y los cimientos, que son invisibles a los ojos del ser humano, dan soporte y sustento a todo lo que sí vemos y que, sin esa base invisible, no sería posible ver la casa.
¿A dónde quiero llegar con todo esto? Muy sencillo. La base de un ser humano lo conforman sus progenitores con todo lo que cada uno porta en sí mismo, ellos unen su información, desde una decisión de crear vida y transportar todo lo que son hacia el futuro. Nada es casual en el universo y mucho menos la formación de un ser humano. El óvulo canta, vibra y espera abrazar como un regalo la otra parte de la completud, igual de importante para que la vida siga, para que se dé. Esa unión se da sin juicios, desde la fuerza de la propia vida se da, se unen dos células completas y repletas de información ancestral y dan paso, a través de ellas, a otro ser. Ambos son importantes en la creación, en la misma proporción, en el mismo instante, justo en el momento preciso, la vida continua. El óvulo acoge y abraza al espermatozoide para que el propio Big Bang se dé. Un milagro ancestral que perpetúa la vida en sí misma, no precisa permiso ni autorización, está programada para que ambos vibren, se encuentren y desde la felicidad más absoluta se expandan hacia el futuro…, hablo de las células, las personas es otro cantar.
Desde este lugar, ambos se precisan, sustentando y sosteniendo la creación, es sencillo y muy lógico que ninguno de los dos sean más importante que el otro, ambos contribuyen a que hoy, tú y yo, estemos en este mundo de formas, nada casual por cierto.
Es por esto que para que la vida de un ser humano se dé, y digo vida y no supervivencia, el orden primario tiene que estar intencionado y equilibrado. Desde la mirada de la sistémica, ya sabes que existen tres fuerzas del amor u ordenes del amor, como lo llamaba en padre de las Constelaciones Bert Helliger; pertenencia, jerarquía y equilibrio. A mi me gusta añadir una fuerza más que es la “intención» con un sí a la vida. Los progenitores son ese principio, con la información que ellos llevan impresa y que nos legan, una información contenida en una lugar infinito al que se puede acceder en cualquier momento. Recuerda que en el universo todo es energía en transformación constate. Mirar a los progenitores en igual proporción, amándolos tal y como son, (los elegimos mucho antes de nacer y son perfectos para nuestra experiencia humana, nada es erróneo), tomando en la misma medida de ambos, pues ambos nos dieron la vida. Esta frase conocida de “mi hijo es carne de mi carne y a ti te encontré en la calle”, (bendito encuentro callejero), es una forma egótica de separación e irresponsabilidad con nuestra labor de dadores de vida, dando paso a algo muy dañino en los corazones de nuestros recién nacidos que es el “especialísmo de Ego y su ático divino”.
Queriendo transmitirte la importancia de dar el lugar a cada progenitor, para que nuestra vida fluya como merecemos, en abundancia, sin limites y hacia delante, hoy quiero facilitarte una dinámica para integrar a ese progenitor ausente, doliente, carente, aquel que murió cuando aún éramos pequeños o adolescentes, aquel que aun estando presente no estaba emocionalmente disponible, aquel que nos abandonó por su trabajo, por sus propios padres o hermanos o por otra persona, aquel que quebró nuestro corazón y decidimos enviarlo a la tierra del estiércol o del olvido pensando que, de este modo, nos dañaría en menor medida aunque dejando, de igual modo, nuestro corazón roto.
Esta es una dinámica para sanar el vínculo, esto nada tiene que ver con sanar la relación, es decir, nada tiene que ver con volver a relacionarte con tu progenitor desterrado y expatriado de tu vida, no, tiene que ver con sanar el vínculo para que la vida te llegue con todo lo que es, desde su lugar, pues es desde ahí que nos llega la información de todo lo que somos, fluyendo desde algo más grande que nosotras mismas y nuestros juicios, inevitable y hacia delante. La vida es imparable, si nosotras, las personas, rechazamos o excluimos a una de las personas que nos dio la vida, ésta se bloqueará hasta que la miremos, la respetemos y la tomemos inocentemente como algo que nos corresponde como derecho y que, en otro plano, elegimos para nuestro propio bien y el bien de toda la humanidad, de ahí el concepto de que no somos erróneos, “somos perdonados mucho antes de nacer”.
Acoge tu decisión de nacer, abraza la información de tu sistema familiar, el de ambos progenitores y permítete sentir la abundancia y la prosperidad de todo lo que hay en ti, te aseguro que es mucha.
DINÁMICA DE INTEGRACIÓN
Busca un lugar tranquilo, donde no seas interrumpida y puedas dedicar tu atención e intención a este momento, un lugar seguro y cómodo para tí. Ahora siéntate cómodamente (esta dinámica te llevará un tiempo dedicado), donde puedas estar relajada y tranquila. Una vez seas consciente de que tu cuerpo se siente bien y tu mente está en calma, cierra los ojos y respira desde la quietud. Inhala por la nariz y exhala por la boca con tiempos de cuatro, pausados y siendo consciente de cómo el aire entra por la nariz, pasa por la garganta y llega a los pulmones y de ahí, tú decides enviar ese aire sanador y de vida a todas y cada una de las partes de tu cuerpo, para luego exhalar y soltar todo lo que te sobra ahora, en este instante liberador.
Ahora, quiero que pienses en ese progenitor, primero como tú lo recuerdas, tómate el tiempo que necesites, sin forzar el pensamiento, verás como irán apareciendo todo lo que precisas para este instante, confía en el proceso. Deja que los pensamientos lleguen a tu mente y se expresen. Observa en qué lugar se encuentra, si es de día o de noche, si la temperatura es cálida y agradable o más bien fría, cuál es su vestimenta, observa cualquier detalle que venga a tu mente y que tiene que ver con este instante. Observa los colores, los sabores, los olores que vienen a ti y que tienen que ver con tu progenitor. Una vez que has observado todo lo anterior, abre los ojos y escribe lo vivido con todo lujo de detalles.
Ahora, sigue escribiendo completando todo aquello que te hubiera gustado tener de tu progenitor, escribe todo aquello que te hubiera gustado decirle o hacer con él, escribe todo lo que tu corazón sienta en este instante que tenga que ver con tu dolor y creas que el causante es él, (quiero recordarte querido lector, que cuando me expreso en femenino hablo de las personas, sin género y en este artículo, cuando digo él, hago referencia al progenitor, sin género, tanto mamá como papá). Ahora toma una respiración profunda, diciendo al mismo tiempo que inspiras «tomo aire de vida y limpio mi dolor y lo suelto». Lee en voz alta lo que has escrito y déjate sentir las palabras que has escrito y has leído.
Ahora, vuelve a cerrar los ojos e imagínate a ese progenitor con todo lo que necesitas y quieres de él. Imagina cómo sería, su rostro sonriente, sus brazos abiertos para abrazarte, mirándote y escuchándote, sintiéndote importante para él, haciendo cosas juntos; leyendo, cocinando, haciendo deporte, jugando, viendo una película, debatiendo del sexo de los ángeles o cualquier escenario que te hubiera gustado vivir con él, tráelo a este instante e imagínatelo ahora. Deja que tus deseos, anhelos e ilusiones lleguen a tu mente y se expresen con calma. Permítete llorar si así lo sientes o cualquier otra emoción que llegue a tu corazón, acógela como parte de esta experiencia y déjate en paz.
Ahora, abre los ojos y vuelve a escribir de nuevo lo vivido, escríbelo con todos los detalles y luego léelo en voz alta. Respira profundamente y permanece unos minutos en silencio, observando qué ha sucedido en tu cuerpo al leerlo y déjate en este instante Santo unos segundos.
Ahora, vuelve a cerrar los ojos y con toda esta información, imagina un objeto en 3 dimensiones que simbolice a tu progenitor, un objeto que lo represente y que, de algún modo, puedas conseguir físicamente, un objeto que puedas abrazar, hablar, conversar y sentirlo cerca. Centra tu intención y tu atención en él y todo lo que has descrito que tiene que ver con tu progenitor y permítete confiar en este proceso de sanación.
Ahora, dibújalo con detalle, incorporando, si no lo has hecho ya, un color a ese objeto, e incluso un olor, un sabor y un tacto y descríbelo. Respira toda esta información y agradece a tu Ser este instante Santo de sanación.
Ahora, ve y consigue ese objeto, este es el siguiente paso de esta dinámica. Una vez lo tengas en tus manos, vuelve a leer todo lo que escribiste de él y “ánclalo” en el objeto desde el abrazo y el agradecimiento más profundo y acoge el abrazo durante unos minutos.
Este objeto va a representar a tu progenitor durante los tres meses siguientes. Escoge un lugar privilegiado en tu hogar, un lugar en el sofá, en una silla, un sillón, etc. A partir de este momento háblale, expresa todo lo que sientes, cualquier cosa que te venga a la mente o al corazón. Cuéntale qué tal te ha ido el día; en el trabajo, en la universidad, con los amigos, en el gym. Háblale de como te sentías cuando eras pequeña y él no estaba, o de cuando has necesitado su protección o su mirada. Todo lo que pase por tu mente o por tu corazón o en tus escenarios de vida y experiencias, cuéntaselas a él. Ve acercándote en la medida que tu corazón te lo permita. «Lo que sea más amable para ti ahora». Abraza tu sentir, abrázalo a él si así lo sientes, déjate en paz y ríndete al proceso. Esto que estás viviendo en este instante es para ti, sólo para ti. Atiéndete desde la compresión más absoluta, échate a un lado y deja que tu SER te guíe.
Maku Sirera Pérez
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