Desde el suelo, también se puede volver a volar
Maku Sirera Pérez
He cerrado los ojos para verte, para hallarme, entre este ruido mio, entre mi alma y la vida y no te encuentro, no encuentro tus alas, ya no puedo volar sin ti, ya no puedo.
Me falta el plumaje que me cubre de valor, de identidad y distinción, que me engrandece. Me falta el colorido que me une como parte del lugar donde habito, ese que hace que me sienta de tu misma especie, que nos une las almas y las alas para sonreír juntas.
Me falta tu ángel, tus alas para volar inmensa mi mundo, esta vida mía compartida contigo, con tu vientre, con tu esencia, en tu regazo, en tu refugio.
Ya no puedo salir al mundo porque me falta tu vuelo y sola, no me siento. Mis alas están rotas, en el suelo, mirándome, esperándome a que las vuelva a usar y vuele.
Sin tu valentía no puedo… ya no soy valiente sin tu vuelo, ya no. Sin un ala, sin las dos, ya no puedo volar porque me siento rota, a pedacitos tuyos y de ti. Me toca caminar mi dolor, tu ausencia, tu pérdida y desde el suelo, desde lo más básico de mi sentir recordarte; majestuosa, engrandecida y compartiendo tu excelencia con el azul del cielo.
No quiero olvidar, olvidarte no quiero. Desde el suelo, tumbada en la tierra, ésta a la que llamamos madre, buscando el latido, tu latido, como cuando era una bebé pendiente de nacer, desde la profundidad de esa amable oscuridad, te busco, te lamento, te siento y me recompongo, o así lo creo.
Me quiero quedar aquí, escuchando tu latido, envuelta en un barrizal entre la tormenta de mil lágrimas y el estruendoso lamento, con tu cálido tacto y desde aquí abajo y desde la paz de sentirme firme, protegida, sostenida y sustentada, que mis lágrimas se mezclen contigo y me recompongan de nuevo.
Mezcla y fusión de mis alas rotas y el oro de este barrizal creado con descanso, con mi alma sola, tu latido y la calidez de tu mirada nazcan unas alas nuevas que lleven tu nombre, tu símbolo grabado a la piedra, con amor, ese amor incondicional con el que siempre me has sustentado, ese amor con el que has ungido mis plumas para sentirme tan capaz como tú de volar, en este mundo de pérdidas y ausencias y sentirme válida para crear mi cielo.
Tu recuerdo me llena lo suficiente para observar que mis alas son, porque tú eres, aunque te encuentres a un centímetro de mi, en otra vida, mis alas están cosidas con pedacitos de ti y de tu amor y siguen llevando tu nombre.
Volveré a volar, sí, algún día volverá tu vuelo, con mis alas recompuestas, pegadas con el oro de tu recuerdo, con el amanecer de una nueva vida, e iré dejando una estela con tu nombre… en el cielo.
Maku Sirera Pérez
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