«Segundo a segundo aprendí a amarte, durante alguno de esos segundos me ame amándote.»
Maku Sirera Pérez
Unos cuantos años han pasado ya desde el primer encuentro, choque de estrellas y día grande en el firmamento…
Observando cómo caminas, tu seguridad, tu melena negra que se enreda con el vueltear de la calle, un paso tras otro, conociendo en todo momento dónde quieres llegar y hasta dónde.
Viene a mí como una realidad, un recuerdo, un pasado, un instante que me une a ti con más fuerza que la sangre, aunque mi sangre transita por tu cuerpo, sangre roja como la pasión de la vida, del amor.
Regresa a mí un olor, una música en el fondo de mi corazón deliciosa, dulce, un llanto que suena a hogar, a fuego de hallar que une y cobija. Y regresa a mí la sensación de que el mundo se detiene para contemplar, con toda su majestuosidad, a la más bella niña que elegí aceptar como regalo, a esa bebé que me eligió cómo camino de sus sabidurías pactadas, encontradas y con aprendizaje de las mías.
Y te miro, conteniendo el aliento te miro, sonriendo de amor y por amor te miro, mientras te alejas te miro, echándote de menos al instante de irte. Te miro desde un contemplar a una musa, que sueña con un mundo lleno de conciencia y de vida. Te miro sintiendo en cada paso que alcanzas, el despertar de tus sueños que se amarran a tus pies, pues por ellos pasa el futuro eterno.
Regresa a mí tu sonrisa de niña que sigue dibujada en tu cara, repleta de ideas, de deseos, de anhelos, de cuentos, de historias. Regresa a mí tu sonrisa que hasta el día de hoy, camina conectada de la mano de tus ilusiones, caminando de frente sin conocer el miedo y así, te sigo echando de menos…
Si, te echo de menos desde el primer instante que te vi, ojos aceituna, amplios ojos que observan y corrigen la belleza, pues no existe para mí superior belleza que la tuya, fuerte y potente, que moviliza todo cuanto acaricia al andar.
Sí, te echo de menos desde el primer instante que te percibí, piel impregnada y con semblante a nuevo, olor a creación de creaciones que llegó a mi vida, colocando en una décima de segundo todo patas arriba y en su sitio.
Sí, te echo de menos desde el mismo instante que supe que ya existías, con la certeza de que, a partir de ese momento, mi vida tomaría otros lugares, abriría otras puertas y cerraría cientos de ventanas, evitando así que, la corriente del pasado arrastrará nuestro abrazo.
Viniste a mí, me elegiste como madre sabiendo que me hallaba inexperta en concebir y abrigar más alma que la mía. Me elegiste para caminar juntas desde tus proyectos, hasta mi distancia en la consciencia. Me elegiste viendo en mí algo que ni siquiera yo veía y que, con el transcurrir de los años, observo cuando caminas.
Viniste y me rompiste, rompiste y arrancaste de cuajo gran parte de mi tristeza, dejando desnuda y a la intemperie mi frágil despertar a la edad adulta, colándose, por cada parte quebrada, tu aroma, tu esencia, tu luz… la vida, creando un instante conjunto de nacimiento mutuo.
Y aquí estoy, enamorada de la vida que elegí adquirir, cuando acepté recogerte en mis brazos. Enamorada de ti como madre, con olor a tierra arraigada y a la vez, inmensa para que camines sin fin en tus fines, sintiendo, al contemplarte, observar una obra de arte expuesta en la pared de la vida, resguardada de las penas del mundo y al cobijo del viento, que destruye la inocencia de tu mirada.
Te miro y te echo de menos nada más mirarte. Te miro y admiro, esas dos pantallas negras que reflejan lo que eres dentro. Te miro y admiro, esa obertura que se comunica fácilmente desde el interior de ti y hacia el firmamento, con la capacidad de girar contrarreloj al mundo entero. Te miro y quedo expuesta a tu grandeza como mujer, como persona, como alma grande e infinita, que me ha acompañado en aprender de madre.
… Y te miro y admiro, mientras tu sonrisa se aleja segura de que estaré aquí, detrás de ti observante, expectante y orgullosa, de esas estrellas que se rinden a tu paso y se unen a ti para elegir ser más grande, dejando que la vida se adapte a tus sueños y soltando mí «echándote de menos».
Maku Sirera Pérez
Comentarios recientes