Sí crees que cometes errores, es porque te crees incorrecta y errónea. Si lo crees, lo creas. Si lo creas, lo crees.

Maku Sirera Pérez

¿Quién es tan perfecto que no puede perdonar?

¿Creerte tan perfecto no sería creerte superior?

¿No es esa perfección egótica?

¿Dónde está el amor entonces?

Los errores, nos hacen mejores personas si somos capaces de permitirnos aprender de ellos y transcender, en ese instante de consciencia, el error desaparece para formar parte del paisaje. Aparece un instante de verdad y el camino se convierte en más de lo que creíamos ver.

Con cada aprendizaje nos recordamos, engordamos emocionalmente, la estructura metal de las creencias limitantes y los patrones de repetición, se vuelve más débiles y algunas de sus telas castrantes desaparecen. Esa camisa de fuerza que nos colocaron en la infancia, ese ropaje forzado y limitador del ser que nos impusieron al principio de nuestra vida, para encajar en nuestro entorno, para pertenecer; aprisionando y ocultando nuestro ser, volviéndonos anoréxicos emocionales para formar parte de un mundo adecuado, olvidando que encajar en un lugar no es significado de pertenecer al mismo, va desapareciendo con cada aprendizaje, con cada toma de consciencia, con cada «amar lo que es», con cada «no podía ser de otra manera», con cada «Soy hoy gracias a todo mi ayer, suelto«.

Nadie acude a este mundo de formas, con un libro de instrucciones que nos indique que hacer en cada momento, aprendemos con lo que hacemos y con lo que no hacemos, simples elecciones entre el AMOR y el MIEDO. En el momento de la acción, salimos a ese escenario de vida con lo que creemos tener, con nuestras creencias de «pertenecer», con nuestras lealtades y fidelidades a esa camisa de fuerza que llevamos puesta, con todo lo que hemos aprendido desde que nacimos, moviéndonos en un terreno adecuado para nuestra propia evolución. Ni un segundo antes, ni un segundo después, se da en el momento justo. Ni un centímetro antes, ni un centímetro después, estamos en el lugar correcto. «No podía ser de otra manera».

…Y en ese instante, cuando creemos en el tiempo de hacer, aparece el llamado error a salvarnos de nuestras fronteras, esas que nos mantienen dentro de esa camisa de fuerza fabricada con las creencias de los demás, los programas de los demás, las lealtades a una familia y a una sociedad y a repeticiones constantes de patrones ajenos. Viene y nos envuelven para romper la fibras de esa delgadez inconsciente y volvernos más libres, más nuestros, más seres. Engordando emocionalmente, volviéndonos más grandes e inmensos con cada aprendizaje.

Cuando el error aparece, y nos regala la oportunidad de aprender por nosotros mismos, cuando nos regala esencia propia y nos facilita recordar «quién soy», es inevitable ver los escenarios de vida diferentes, es inevitable la expansión. Es un instante de celebración, no es un instante de juicio o machaque a la persona que eramos hace unos instantes. Si somos capaces de verlo diferente, si hemos tomado consciencia de que se puede hacer de otra forma, ¡celebrémoslo!, no podía ser de otra manera.

Ahora, somos más sabios. Ahora, hemos soltado un poco más esa camisa de fuerza que nos impide ser y hemos engordado nuestra consciencia y nuestra emocionalidad. Somos más grandes e inmensos.

Soltar el juicio, abrigar la acción, recoger el error y dar refugio a esa parte que se creyó errónea, envolvernos en comprensión, bañarnos en el perdón y descansar.

MERECIDO DESCANSO

Es una acción con intención de AMOR el permitirnos el PERDÓN, perdonarnos para comenzar de nuevo desde la renovación de la forma, el hacer para llegar finalmente al «SER».

Perdonarnos para construir un mundo accesible para la PAZ.

La primera intención que nos conduce a la verdad, al AMOR, es el PERDÓN a uno mismo y con este acto, llenarnos de él.

Si nos perdonamos, desaparecerá el rencor hacia el mundo, hacia las personas, hacia las experiencias y hacia los escenarios que estamos viviendo.

Cuando me perdono, nada me falta. «Soy».

EL DOLOR QUE CAUSA LA CREENCIA DEL ERROR, SE TRANSCIENDE DESDE LA GRATITUD Y EL PERDÓN, DESDE AQUÍ, LA ACEPTACIÓN ES INNATA.

ACEPTACIÓN «NO» ES RESIGNACIÓN.

Cuando acepto las experiencias, amo lo que es, soy libre en la emoción y camino por la vida sin lastre. La aceptación me lleva al poder de mi misma y a sentirme capaz de gestionar todo cuanto acontece desde «mis asuntos», soy libre.

Cuando me resigno, estoy en la fustracion del momento, me vivo en el pasado, o en el futuro, o en el juicio, o en la impotencia. Estoy en «sus asuntos» o «los asuntos», y me dejo en manos de Ego.

Ya sabemos que Ego, es cien por cien asesino emocional y no hace amigos ni rehenes.

El sufrimiento, es el reflejo de la desesperanza y un pensamiento de posesión y de desamor. Cuando aceptamos desde el respeto la decisión del otro, o de las circunstancias, y esto no significa «aguantar» o «tolerar» haciendo nuestro su hacer. Cuando tomamos consciencia de que «todo está bien para mi propio bien», cuando somos consciente de que «no podía ser de otra manera», cuando aceptamos que todo «ES» como tiene que «SER» y es «PERFECTO», nos convertimos en parte de la ALQUIMIA de la vida, somos parte de la transformación y de la PAZ.

Quizá, no existe la pérdida.
Quizá, sólo sea otra realidad que negamos ver.
Quizá, sólo nos da miedo perder el control de lo que creemos ver o tener.
Quizá, sólo es un instante vivir toda una vida, en el tiempo del universo.
Quizá, le damos demasiado valor a algo tan temporal como un cuerpo y olvidamos el valor del alma, que es eterna y perenne como lo es el AMOR.
Quizá, nunca perdemos, sólo alcanzamos la transformación en niveles de consciencia.
Quizá, es tan simple como sentir que somos infinitos y «PERDONADOS MUCHO ANTES DE NACER».
Quizá, el secreto «ES», vivir siendo conscientes de que formamos parte de una sola vida común y venimos a este mundo de formas a reencontrar partes de una misma esencia.

Quizá el regalo de la vida es perdonar el primer error que nos contaron, el primer pecado que nos dijeron, la primera separación que se produjo para encajar en un mundo al que ya pertenecemos. Quizá, el error sea un fiel compañero de aventuras que siempre nos acompaña para encontrarnos.

SOY CORRECTA.

SOY INOCENTE.

SOY TOTALMENTE AMADA, AHORA.

Maku Sirera Pérez