El aire con sabor a libertad le devuelve la potencia a mi corazón. Usaré esta potencia para generar más aire.

Maku Sirera Pérez

 

Caminaba con muletas por la vida, hoy soy consciente de ello, toda una toma de consciencia durante una conversación con una gran amiga, una bruja buena, (así nos llamamos entre nosotras), facilitadora de cambios y consciencia con su presencia.

Y qué maravilla de conversación, como un regalo de Reyes envuelto en luz intensa y clara. Un regalo directo al corazón, mi corazón. Estos Reyes Magos que saben todo lo que pensamos y hacemos, en silencio, entre bambalinas y luego, cada año, nos colman de “presentes” , pues ellos, yo les pondría otros nombres, otros estados, otras nacionalidades y todos los tiempos.

Presentes que llevan un lazo color azul libertad y me invitan a mirar el infinito horizonte. Presentes cubiertos de un papel fino, fuerte y suave que me ayuda a divisar la maravilla que están protegiendo, para que con facilidad y amabilidad, pueda descubrir su valía y hacerla mía, calmando mi alma con tan solo rozarlo.

Benditos Reyes Magos, que año tras año me inundan de felicidad, como agua de mayo, esperados y ansiados presentes que me sorprenden como si fuera todavía una niña.

Conversando con un alma blanca, entre risas y palabras, entre reflexiones y confesiones, como quien era ciego y en un instante vio la vida por primera vez, así llegó uno de mis regalos más consciente y más revelador de este año 2022. Una frase metafórica que abrió mi pecho y libero mil piedras que encorvaban mi cuerpo de pesar y lo volvían lento y ciego para caminar. Así, como quien no quiere la cosa, con faldas y a lo loco«, tomé consciencia y mi sangre comenzó a reír, a correr por todas y cada una de las partes de mi cuerpo y me sentí capaz y merecedora. Me llegó con un “clic”, una fuerza descomunal que me impulsó a avanzar, a caminar, a correr, a saltar, a bailar… a vivir y que hoy me sostiene viva.

YA NO NECESITAS LAS MULETAS PARA CAMINAR POR LA VIDA, ERES SUFICIENTE”

Y me vi, noté como mi cuerpo se erguía y con él, mi alma. Pude respirar como hacía tiempo que no recordaba hacerlo, aunque como elijo ser sincera, confieso que no recuerdo que lo hubiera hecho nunca, no de esta forma.

“SOY SUFICIENTE” “YA ES SUFICIENTE”

Se cayeron las muletas que construí con mis miedos, esas que creía necesitar para salir al mundo y vivir, pues creí «a pies juntillas», que sin ellas no podría lograrlo, no me sentía capaz de caminar sola, sin ellas. Su caída sonó como un trueno y al soltarlas, arrancaron de cuajo las cuerdas que agarraban las piedras que me volvían insuficiente, lenta y cabizbaja. Mi espalda crujió y se liberó, creciendo algunos centímetros más a mis edades, facilitándome soltar la portada mochila repleta de reservas, de “por si acaso”, “quizá esto me ayude a ser”, “sola sería peligroso”, “otros saben mucho más que yo”, “quien me va a querer a mi”, “soy poca cosa” y tantas frases escuchadas, integradas y cosidas con soga gruesa a mi corazón.

Cayeron y se rompieron, las muletas que yo fabriqué con mis miedos a mi valía, a mi potencia, a mi suficiencia y mi merecimiento se hicieron añicos en el momento justo y perfecto de mi vida. Un instante que no existía nada más que esa frase, esa voz amable y hermanada sonando en mis oídos, mi corazón y el ruido de la vida rompiendo esas muletas al caer al suelo.

“Eres suficiente”. “Ya es suficiente”.

Recogí mis muletas, con calma, observando sus pedacitos yaciendo en el suelo de mi camino, con mucho amor, todo el amor que en ese instante salió de mi, sin medida. Las recogí dándole las gracias por tanto, agradecida por sustentarme durante todo este tiempo para facilitarme volverme capaz con su ayuda. Creí que eran yo y durante todo este tiempo y de algún modo, lo fueron, sin embargo, hoy ya no las necesito, “Ya soy suficiente”.

Me llevo sus pedacitos conmigo, hoy voy a crear un pódium con ellos. Subiré en él y me quedaré en pie, observando la inmensidad del horizonte, sintiendo la fortaleza de mi cuerpo al caminar y de mi alma y al bajarme, viviré con suficiencia, valía y merecimiento. Permaneceré en pie, respirando este instante mágico de vida, en silencio, escuchando la ovación y los aplausos de mi alma y el redoblar de las campanas, como una sinfonía nueva que habitaba en mi interior y esperaba ser escuchada.

Si en algún momento, olvido que “soy suficiente”, volveré al pódium que he creado con los pedacitos rotos de mis muletas y me recordaré, volveré a mí y al subirme de nuevo al “PÓDIUM”, en silencio, escucharé de nuevo la «LA OCTAVA SINFONÍA DEL INFINITO» , abriendo mi corazón para recibirla.

Gracias, gracias, gracias

“HOY, CREÉ UN PÓDIUM PARA CELEBRARME, PARA RECORDARME Y PARA AMARME

Maku Sirera Pérez