“YO SOY ASÍ Y ASÍ SEGUIRÉ”, CANCIÓN CONVERTIDA EN HIMNO DE LOS REPETIDORES.
La reina de las excusas humanas es “YO SOY ASÍ”, temazo para una serie de 1000 temporadas donde se “renuevan personajes con el mismo argumento”. Ésta, la súper excusa, es la reina madre de todas las excusas que utilizamos para no cambiar, para seguir culpando a todo y a todos en nuestros escenarios desagradables, sufrientes, dolientes y tóxicos de nuestra vida. Si en tu vida algo no funciona, cambia. Si en tu vida no obtienes lo que deseas, cambia. Si en tu vida repites experiencias, escenarios o patrones que te disgustan, cambia. Los demás no, tú. Si tú no lo haces por ti, ¿Por qué crees que los demás lo harán o «TE» deben hacerlo? Me refiero a cambiar por ti, tus deseos y tus resultados.
Mi creencia sobre esto y como dice uno de mis maestros preferidos Salomon Sellam es, «No tienes un problema, tienes un programa». La buena noticia es que los programas se cambian, ellos no definen tu vida y mucho menos a ti. El secreto de los desordenes amorosos.(Salomon Sellam)
Como decía mi amado padre, «la falta de autoestima es como los gases en la tripa, cuando salen, el último en olerlo es el dueño y aunque quiera escapar, le perseguirá vaya donde vaya hasta que le ponga remedio». Si acudes a un pozo a extraer agua y éste, está seco. Vuelves de nuevo al pozo, una y otra vez (YO SOY ASÍ), aún sabiendo que está seco, ¿el problema es del pozo que está seco, o tuyo? La historia que te repites es mental, es decir; «los pozos son para tener agua», «mi padre venía aquí cuando yo era pequeño y este pozo tenía agua», «el que la sigue la consigue», «la perseverancia es el jefe de la abundancia», «no cambies les sendes velles per les novelles«, «no hay nada nuevo bajo el sol», «cualquier tiempo pasado fue mejor», y así In saecula Saeculorum, como si de una reunión de Lemures ilustrados se tratara. Este comportamiento es igual, similar, semejante, parecido, Bla, Bla, Bla a cuando decimos.- «Yo soy así», «voy a seguir haciendo las cosas como siempre«, «porque así me parieron», «porque no voy a dejar de hacer las cosas como las he hecho siempre, si los demás no lo valoran, allá ellos», «porque se han hecho así siempre«, «como toda la vida», «mi padre/madre lo hacia así», «porque no quiero cambiar, yo soy así», «lo hago porque me sale del corazón», (ignoraba que ego tuviera corazón) y , con ese corazón en tus manos hecho cachitos, porque has permitido que jugaran con él, un día más tarde, un mes más tarde, un año más tarde o una vida más tarde te deprimes, te entristeces, lloras por los rincones de ese corazón que cantó «a grito pelao, YO SOY ASÍ», porque de nuevo no te reconocen, no te aprueban, no te autorizan, no te miran, no te.., no te.., no te… Una temporada tras otra, cambiando personajes como en la famosa serie Juego de Tronos, que cuando te has encariñado con uno, ¡venga, va y se muere! O desaparece sin más o, pasa en un segundo de ser personaje principal a no salir ni en los créditos. Y nosotros ahí, tragando pantalla, perdiendo el tiempo, sí el tiempo, ese bien tan maravilloso que no regresa, ¡Ahí estamos y ahí está nuestro Ego! Cantando a doble voz y repitiendo “YO SOY ASÍ Y ASÍ SEGUIRÉ “, con el “tú tú tú tú “ de su trompeta como acompañamiento central. Regalando días, esfuerzo, sentimientos, emociones, expectativas, planes, deseos, ilusiones y compromisos que tan sólo fueron promesas vacías, como ese precioso pozo seco. Pues va a ser que en algún momento tendrás que dejarlo, tendrás que parar, detenerte y decirle a ego que se calle, que ya es suficiente para ti de esto, «¡YA ES SUFICIENTE!». Que pare de cantar para un público inexistente que por estar, no te ha comprado ni la entrada a tu escenario. Parar, detener tus daciones en petición y permanecer en el silencio de la noche oscura del alma, dejándote en la observación de quien eres, recordando quien eres y permitiendo que tu canción, esa que entonan tus Ángeles todos los días para que retornes al amor, resuene desde tu alma hasta tu cuerpo y vuelvas al SER, «YO SOY», eligiendo dejar a un lado el «ASÍ», ese adverbio que te limita y le da juego a ego y sus orquestas. ¿Y si te cantas un solo?, a una voz, dejando en el suelo de ese pozo seco la trompeta de ego y su tú tú tú, atreviéndote a entonar una balada de rock que cuando comience a brotar por tu garganta, estremezca todo tu cuerpo y lo recorra, provocando temblores de libertad en tu piel, uniéndose la tierra a tu paso, con un estribillo que dijera algo así como «YO SOY HOY», «YO SOY ETERNA, SIN FORMAS, SIN REJAS, INFINITA, SIN TIEMPO Y AHORA«. No sé, quizá así, o de otra forma, ¡Qué más da! Dejándote llevar por el viento de la certeza, sin miedo a los cambios, al renuncio de vivirte en una rotonda emocional por aquello de «no canvies les sendes velles per les novelles», y confiar que tienes todo lo necesario para vivirte en cada experiencia presente, ahora. Confiar que eres inocente en cada paso que das y que la persona que fuiste hace un año, un mes, un día o un segundo ya no existe, ya «ES» transformada por ese cántico a la vida, a la libertad y al amor que te recuerda que no perteneces a nada ni a nadie, pues el SER es infinito. Cambiar el siempre por el ahora, tan simple como eso. Transformar el «YO SOY ASÍ» por «YO SOY» y permitirte el merecimiento, la valía y la suficiencia que te da «confiar«. Todo está bien y es perfecto en mi mundo de posibilidades. ¡CONFÍO, YO SOY!
Maku Sirera Pérez
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