Me salen todos los «te amo», cuando te acompaño al comienzo de tus vuelos, «te amo» que me llenan la vida y me vacían de lágrimas el alma.
Maku Sirera Pérez
Una madre, envejece mil años con la partida de un hijo y va recuperando la juventud tramito a tramito, con cada paso firme que observa detrás de su figura, la de su hijo.
Creciendo tus huesos en libertad, en conjunción con las canas que me peino, te veo partir seguro de tí mismo, con pequeñas lágrimas de agradecimiento, con un abrazo sentido que recoge una parte de mi «ser madre» para llevarla contigo, como un pequeño tesoro escondido en tu interior, al que sé que cuidarás siendo feliz con tus logros.
A tu lado, caminando hacia la puerta de tus sueños, abrazada a ese gran hombre que ya observo, se me van cayendo lágrimas por dentro, lágrimas de amor y admiración por tu paso firme, decidido y amplio, recogido en un abrazo eterno lleno de agradecimiento.
Y te acompaño con la felicidad de observar esa estela que vas dejando, una estela que recojo con las manos de mi alma, como si de ella me llenara la mía, con ese avanzar firme y amable, ese que siempre has tenido desde pequeñito y hasta este momento. Una estela de elegancia que deja partes de ti con una energía indestructible a tu paso.
Envejezco un poquito cada vez que te veo partir por notar tu ausencia, y cuando me abrazas, algo en mí vuelve y me recuerda que partes como fuerza de la naturaleza, partes a realizar tus sueños, partes a ir tejiendo tus logros, partes a componer el mundo con lo vivido contigo. Partes y se me parte un trocito de mí con tu partida.
Ese vacío que queda en mí, observo que se llena de la esencia de tu estela al caminar, de lo inolvidable de tu presencia, de que lo que tienes delante de tí es elegido desde esa alma tan bonita que eres… Y entonces, el amor que me sujeta y nos sustenta, me recuerda que los vacíos del alma son llenados con el amor, y entonces, como cánticos de eternidad, se me van cayendo millares de «TE AMO», desprendiéndo el envejecimiento que causa tu partida y volviendo al amor del momento.
Se me caen millares de «TE AMO», y el dolor se convierte en certeza, en comprensión y la experiencia la siento más amable y fácil de observar. Y caen de mí e invaden el camino, esos «TE AMO», invaden y convierten un momento de dolor en el comienzo de tu principio. Siento que nada cae, que esos «TE AMO» iban entrelazados con tus pasos y los míos, con tus risas y las mías, con tus abrazos y los míos.
Esas palabras que de pequeño me decías «MAMI NO TE CROCUPES, YO ESTARÉ JUNTITO A TI EN TODOS LOS SIGLOS, COMO CUNDO TÚ TÁS EN MI COLONIA», vienen a mi hoy desde la voz de un hombre, desde el abrazo más reconfortante y mágico que una madre puede recibir de su hijo, mi hijo, con el alma más bonita que jamás he visto unida a la de tu hermana mayor y escucho, como agua para mi alma, «MAMI NO TE PREOCUPES, ESTARÉ BIEN, NO ME VOY DE TI, ME VOY CONTIGO A SER».
Y sigues ofreciendo tu esencia en nuestras conversaciones y se me para el tiempo mirándote, escuchándote y viéndote marchar, desde unas palabras que recomponen mis canas y las vuelven bellas, dibujando el blanco de la magia de ser madre. «MAMI SABES QUE NO CREO EN ESO QUE TÚ DICES DE ELEGIR A LOS PADRES ANTES DE NACER, SIN EMBARGO, SI HAY ALGO DE VERDAD EN ESO, SIENTO QUE SOY «UN CRAC» PORQUE HE ELEGIDO A LA MEJOR MADRE DEL MUNDO, TE QUIERO POR TODOS LOS TIEMPOS».
《.-Mami, como dices tú, tengo todo lo necesario para vivirme en esta experiencia, y me siento totalmente capaz de lograr mis sueños, si tú me sigues mirando como siempre lo has hecho, así, como ahora lo haces y me acompañas. «NO TE «CROCUPES» MAMI».
Voy caminando a tu lado, abrazada a tí y en la aceptación de tu partida envejezco en un instante mil años, y al mirarte, al abrazarte, siento que la vida vuelve para quedarse, con tu sonrisa, con tu certeza, con tu esencia, con la conexión de esa alma tan bonita que eres. Vuelve el amor y nos envuelve, como madre e hijo nos conecta más allá de la presencia y de la ausencia y me recuerda tus palabras dichas hace unos instantes, que han sido pronunciadas por mis labios mil veces…»TENGO TODO LO NECESARIO PARA VIVIRME EN ESTA EXPERIENCIA» y me besa la magia, y entre lágrimas internas me despido con un «TE AMO HIJO», disfruta y sigue sintiéndote feliz. Nos vemos en un abrir y cerrar de tiempos… un segundo y estarás de vuelta.
Una madre, envejece mil años con la partida de su hijo y poco a poco, a tramitos de sus logros y con la visión de la sonrisas de sus sueños, va recuperando la juventud de verlo nacer de nuevo.
Entre mi corazón y el tuyo no existe la distancia, sólo existe el amor eterno e infinito. Que alma más bonita la tuya hijo. «TE AMO».
Maku Sirera Pérez
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