
MORFEO ME SALVÓ
Si las dice un progenitor o un hermano mayor, ¿Cómo no voy a creerlas? Pertenecer es una necesidad básica. Por amor las recojo y con amor me las quedo y las hago mías.
Maku Sirera Pérez
Si las dice un progenitor o un hermano mayor, ¿Cómo no voy a creerlas? Pertenecer es una necesidad básica. Por amor las recojo y con amor me las quedo y las hago mías.
Maku Sirera Pérez
Te haces vegana, te apuntas a un curso o a mil, te confiesas, te equilibras, cien cursos de medicina natural, una diplomatura en Psicología y un doctorado en Antropología, haces regresiones, cursos de crecimiento espiritual, te conviertes en una obsesa del reciclaje, ecologista, anti 5G, meditas todos los días, experta en piscogenealogía, Transgeneracional, entras en sofrologias intensas, haces de todo para sanar y sentirte en el Nirvana de este mundo, en la unidad celestial o en lo que sea que te da sentipensar, que estás en el camino de la espiritualidad y unidad con el Todo y llega el domingo, te reúnes con la familia y se va todo al Carajo.
Llegas con un millón de intenciones, herramientas, habilidades desarrolladas y practicadas, todas contigo, ordenadas y en fila india detrás de ti misma y con una sonrisa de “esta vez voy a ser La Paz personificada». Al principio, cuando has comenzado ese arduo camino de crecimiento espiritual y personal, acuden contigo tus sombras, de la mano de tus luces y separada de todo lo que no sea lo que decidiste aprender y transcender, con ojos de juez y al mismo tiempo, de bálsamo para tu acciones.
Ellos,«LA FAMILIA EN MAYÚSCULA», totalmente equivocados y habitando la tierra de la incorrección, son observados por «el Ego», y digo El Ego porque ni siquiera reconozco que sea mio, allá por aquellos tiempos de comienzo de crecimiento y sanación de mis heridas. Es tan profundo el apego a «tus asuntos», a generar cambios porque mi vida no funciona y quiero obtener las claves y la llave de la sabiduría, para que los demás cambien y así sentirme más feliz con lo que estoy acostumbrada a hacer, que sin darme ni cuenta y mucho menos ser consciente, habito en el ático de lujo que paga «mi Ego» desde hace años, casi me atrevería a decir que desde los principios de esa decisión de habitar este cuerpo que he elegido, para transcenderlo y amarlo con todas sus culpas y miedos.
En el principio de mi camino de sanación y salvación, (como si se me tuviera que salvar de algo o de alguien), hace algunos años de esto, y sí, desde Ego espiritual, una de sus identidades más difíciles de reconocer y que nos mueve sutilmente por un sinfín de trampas, me vivo. Entre un juicio y otro, ante un abanico de intenciones y explicaciones con diálogos infinitos de que existen libros, cursos, disciplinas, dinámicas, métodos y demás cambios personales y almáticos, (como si yo supiera qué le conviene a los demás o qué necesitan), que los pueden salvar de ese lugar incorrecto en el que yo, después de todo los cursos y demás que he nombrado, sé que se encuentran ellos, sólo ellos y nada más que ellos, «Ja, ja ja». Así, sin comerlo ni beberlo, todavía no soy consciente de que los demás nada tienen que ver con lo que a mi me sucede. Ego, me incita a pensar que son ellos los únicos culpables de mi desdicha, ¡Ay! ¡qué bonico mi Ego! y que bonica yo y mis conversaciones con intenciones ajenas.
El otro necesita… bla, bla, bla. El otro tiene que… bla, bla,bla. El otro debe hacer… bla, bla,bla. Y así, desde este diálogo interno, me encuentro dentro de una rotonda emocional egótica, atesorando pensamientos y acciones que refuerzan este concepto de que la solución y la felicidad, se encuentra fuera de mi y en mis alrededores. Una mágica ilusión que sólo me mantiene sumergida en esa rotonda emocional egótica, transitando en su embrujo inconsciente. Y mientras, los demás, observando ese baile circular de mi misma y mis separaciones, comparaciones y juicios, sin enterarse de qué pretendo y dónde se encuentra todo eso que siento la necesidad de transmitir y cambiar en los demás, para que mi vida esté colmada de felicidad y abundancia.
Desde este lugar, desde estas acciones y viviéndome en «tus asuntos», me pierdo la vida, me pierdo «MI VIDA», y sobre todo, la cantidad de regalos que me he pedido al pactar con todas y cada una de las personas que han pasado y siguen pasando por mis escenarios.
Desde mi nacimiento, bailo con encuentros de seres convertidos en personas, que respetan cada uno de nuestros pactos, interpretando el papel que asumieron con ese sagrado pacto común. Mis padres, los primeros elegidos en mi «engordamiento de consciencia», repletos de regalos para mi, uno a uno hacen de mi vida, un encuentro de planes correctos plasmados en un mapa del tesoro, que me devuelve al amor infinito en conjunción con mis hermanos y todos mis ancestros, estos que respetaron sus encuentros y que hicieron posible que yo y mi yo, nos encontráramos en este mundo de formas.
Partiendo que la familia es todo y toda. Todo encuentro y toda persona que respeta nuestro «hemos quedado a menos cuarto para vivirnos y regalarnos» . Mi creencia es que desde las altas esferas, hay una decisión de amor para cada uno de nosotros, aunque aquí, en este mundo de formas, luego sea juzgado por nuestro Ego y sus identidades, sus comportamientos, sus relaciones y sus alimentos. Nada de lo que nos sucede es ajeno a estas decisiones, a estos pactos sagrados de amor para a ser una con Dios. La familia nos regala infinitos tesoros, desde esa corrección. La familia nos aporta todo cuanto le hemos pedido que dé. La familia, es minucionamente dadora de esos tesoros que se encuentran impresos en nuestro plan de alma y, uno a uno, vamos recogiendo con el mayor de los cuidados.
La familia integra la parte más importante de engordamiento consciente, ella aporta individuos que representan el papel asumido y asignado para cada cometido. Persom’s fracturadoras que nos abren las carnes para dejar paso a la esencia, al amor, a la profundidad de los que somos, rasgando la materia y dejando paso a la luz, a la corrección de esa decisión que pactamos en conjunto, desde la comprensión y el perdón de esa fractura pedida y aceptada por ambos. ¡Te voy a odiar!, ¿Lo sabes? dice mi alma en esa reunión de pactos sagrados, desde el amor infinito. ¡Lo sé! me dice el alma del otro, desde la unidad del acuerdo. ¿Y aún así quieres nuestro encuentro? ¿Estás lista, dispuesta a vernos «a menos cuarto»? le repite mi alma para sellar nuestro pacto sagrado. ¡Exacto, yo también sanaré con este pacto. Gracias! Y el amor nos envuelve y nos sella y nos entrega al plan del alma para encontrarnos, para engordarnos, para sanarnos, para devolvernos al amor y la unidad, para volver a sentir que somos una con Dios y acercar todos nuestros cuerpos, todos nuestros mundos, todas nuestras vidas al amor.
La familia y sus Persom`s facilitadoras, que nos abrigan en el frío de la soledad, de la tristeza, del rechazo y la separación. Ellas, como dulces cantos mágicos, envuelven nuestro cuerpo con bálsamo de vida, para facilitar nuestro camino y convertirlo en un lugar transitable para seguir con nuestro plan de vida, con nuestros pactos de corrección sobre algo que ya es correcto. La familia y sus Persom´s borrador, que salen al encuentro de nuestras lagrimas y las secan con las risas, con el baile, con la música, con cualquier acto de ternura, que haga posible borrar las cicatrices creadas por los sucesos que nos quiebran, o nos mantienen en esa rotonda emocional egótica, dramática y doliente. Borran con su presencia el dolor. Borran con su mirada la soledad. Borran con sus caricias la fría noche del alma.
La familia y sus Persom´s puente, acompañantes y medicina, nos cierran las carnes del alma y colocan oro en sus huecos prestados, colocan calidez, validez y amor convirtiendo la piel de nuestra alma en un lugar para vivir, para soñar, para volver al amor que somos y sentir de nuevo.
La familia, nos abren las carnes, sacan el valor que llevamos, desde una decisión pactada sagradamente y nos las cierran de nuevo con el valor de lo vivido, con la elasticidad de lo aprendido, con el oro del regalo que son, multiplicando vida, engordando nuestra consciencia y sellando el amor en cada paso.
Y transcurre el tiempo con todo lo aprendido, con todo lo vivido y soy consciente que ellos, están desde el respeto de lo pactado, que nada tienen que cambiar, que nada tiene que asumir, que son, para que yo sea. Tomo consciencia que cada uno de los actos que he realizado, eran parte de un plan trazado desde el perdón y que ellos, solamente son la presencia de mi decisión, acompañándome en el aprendizaje y la toma de consciencia.
Nada era para ellos, todo era para mi con ellos. En un baile de encuentros, con la música del respeto sonando, se ha ido orquestando la composición más bella y perfecta que podía vivir, «AHORA» y así la tomo, tal cual es, porque no podía ser de otra forma.
Volver al amor desde un pacto sagrado de AMOR.
Gracias, gracias y gracias.
Maku Sirera Pérez
Y de repente, sin saber cuándo pasó, mis emociones en la relación de pareja se escondieron, como una niña asustada y huérfana, se ocultaron en lo profundo de mi corazón, llevando consigo la tendencia a esconderse cada vez más profundo, buscando refugio, ese lugar que guarda el amor de mamá custodiado por el amor de papá.
Fui consciente hace poco, que la mirada hacia el hombre había cambiado en mi, como si en algún momento de mi vida, algo o alguien se hubiera llevado el amor romántico creyendo que me hacia un favor, creyendo que así, ya no dolería y sin embargo, tan sólo era un gesto de supervivencia, como una pequeña gran anestesia para permitir ocultar mis sentimientos, si cabe aún, más profundos todavía.
Camino por la vida ajetreada, poniendo foco en lo que acontece delante, sin querer mirar ese lugar mío de soledades profundas, sin dejarme sentir el dolor de mis heridas, creyendo, desde mis creencias fabricadas en esa decisión que tomé en algún momento, sin ser consciente que en cada una de ellas, existe un cachito de mi corazón doliendo, una emoción sangrando, un sentimiento supurando para llamar mi atención y yo, tan solo las tapo, las escondo, las pinto, las adorno, la cubro con sedas, colores, sonrisas y diálogos de inexistencia para, de esta forma, no detenerme a mirar como lloran solas y atenderlas y limpiarlas, y sanarlas.
Creía que el amor era universal, sin nombres ni género, sin mentes, con el corazón envuelto en alma y listo para salir al mundo y, cuando me hallo en esta observación, cuando creo estar convencida de que puedo seguir caminando con mis heridas guardas y fingidas, creyendo haber sanado desde lo oculto, sin mirar de frente a mis miedos, a mis sangrantes duelos, a mi misma y mis aventuras, cuando creo sentirme huérfana y viuda de emociones y sentimientos y elijo seguir caminando por este mundo de formas, intentando dar forma a mis encuentros, la mirada del amor se me muestra y me detiene y me habla y me acaricia y me susurra y me roza y me baila y me calma con su ungüento de paz y desde la quietud más absoluta, descubro de nuevo todas y cada una de mis heridas con otra mirada, sanando de un plumazo alguna de ellas y dejando que el oxígeno deje respirar a las otras.
Y como un baile de encuentros, con amabilidad, con ternura, sin prisas y desde la observación del perdón, soy consciente de que el dolor calmó, que ocultar no sana, sólo provoca más dolor, olvidando ya desde dónde y en qué lugar me hirió, contagiando todo a su paso, ensombreciendo el cuerpo, la mente y el alma.
Levanto mi mirada hacia la presencia del amor, en este instante permanezco y soy consciente de que el perdón ha venido a visitarme para regalarme La Paz, “ha estado bien hasta el momento, aunque ya es suficiente para ti de esto. Ahora toca dejarte en La Paz y perdonarte entera, dejar que yo bañe tus heridas y las adorne de calma y brisas de felicidad” eso me dice su mirada, sus caricias, su ternura.
Y en un instante de tiempo, soy consciente que nunca fui huérfana, ni viuda, sólo fueron elecciones para sanar mi dolor desde un lugar egótico, desde la separación y el juicio hacia mi misma y hacia las circunstancias que rodeaban ese lugar de sombras. Una elección de vida que me privaba de ella. Una decisión perfecta que me dejó permanecer en la soledad para poder encontrarme de nuevo, para recordar que no estoy sola, que nunca lo he estado y nunca lo estaré, pues el amor siempre camina conmigo, a mi lado, recordándome que soy una con Dios, desde el respeto a mis elecciones, entre las luces y las sombras, sin soltarme ni un solo instante.
El amor se sirve de personas, “PERSOM’S MEDICINA”, para ayudarnos a comprender, para facilitarnos el perdón a una misma, para sanar las heridas y volver al amor que somos. Personas que con sus palabras, gestos, miradas y presencia van colocando tiritas impregnadas en ungüento de vida, dejando que las heridas curen en su totalidad con el tiempo, devolviéndote a la vida.
Gracias infinitas al amor.
Gracias infinitas a mi alma y su permitir volver a su esencia.
Gracias a las PERSOM’S MEDICINA, por respetar nuestro pacto y encontrarnos en este mundo de formas, en el momento correcto y perfecto.
Maku Sirera Pérez
Tu figura es el sonido de mi alma, mostrando plenitud y sumando mi «complitud». Eres tan grande como yo. Soy tan grande como tú.
Maku Sirera Pérez
Dentro de tu SER encuentro mi SER. » Desde la comprensión, Amándote me amo. Amándome te amo».
JESHUA Ben Joseph
Abrir las manos del alma y dejar marchar lo que con tanto esfuerzo retienes, es uno de los actos de amor más satisfactorios hacia ti misma
Maku Sirera Perez (más…)
Todo se da cuando echas a un lado al personaje y le das rienda suelta al ser.
Maku Sirera Pérez (más…)
Tener un árbol familiar y no conocerlo es como tener un mapa del tesoro y no ir a buscarlo.
Alejandro Jodorowsky (más…)
«Con cada trato de amor hacia mi pareja, le muestro a mi hija lo que ha de esperar de su futura pareja y elevo el estándar de lo que mi hijo debe ser como hombre al tratar a la persona con la que decida caminar en pareja»
Anónimo
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