Miro a esa niña que se convirtió en mujer, cogida de la mano de la vida, aprobada en ella y reconocida en sus grandezas…

Maku Sirera Pérez


Mamá y el rol materno, papá y el rol paterno, la relación más importante en la vida de una ser humano.

En esta relación y de esta relación, nace nuestra propia relación y las múltiples versiones en las que decidimos relacionarnos. Mamá y papá, entre ellos y entre nosotros.

Una mujer, aprende a dar amor con mamá, aprende a mirar el mundo y a los que habitan en él, desde los ojos de mamá. Tan importante es saber, cual fue la mirada con la que observaba nuestra madre la vida, cuándo decidimos encontrarnos en el acuerdo del nacimiento.

Creada en su mirada, la de mamá, desde la propia observación de nuestro inconsciente y conectada a una mente común, aprendemos a relacionarnos con el mundo y a resonar con las parejas con las que elegimos caminar a tramitos de vida.

La mujeres aprendemos a amar a nuestra pareja, de la misma forma que observamos la vida que mamá amó. Repetimos patrones o nos alejamos de ellos, desde el mismo comportamiento que mamá nos aprobó en la vida.

Si ella no sabía amarse a sí misma, le resultará difícil entregarnos ese amor a nosotras para poder vivirnos.

Si ella no sabía amar a papá, le resultará difícil entregarnos esa esencia sagrada de pareja, para que nosotras nos vivamos en relación con una pareja sana.

Sin embargo, ella nos entregó, con nuestro acuerdo de nacimiento, todo lo que ella sabía, tenía y era, de la mejor forma que sabía y con todo el amor que ella era. «NO PODÍA SER DE OTRA MANERA».

Si no sabemos amar a los hombres o a nuestra pareja, es interesante que reflexionemos cómo hemos recibido ese amor maternal, como hemos observado la relación de pareja de nuestros padres, como nos sentimos aprobamos en la vida.

Y esto no va de juzgar, ni de culpabilizar, ¡ya eres adulto y maduro!, ¡Deja las quejas y las excusas!. Esto va de tomar consciencia de qué quieres en tu vida, desde el principio de tu vida y tu elección de padres. Ellos tienen lo que tú necesitas para vivirte en relación, si los condenas o los adoras no podrás tomar el amor que eres y mucho menos vivirte en él.

Mamá es el primer impulso de vida. Mamá es la autorización de aprobación de vida. Mamá es el primer ser humano que nos relaciona, que nos aprueba en nuestro derecho de ser y estar. Mamá es la fuente por la que recibimos el amor y aprendemos a darlo, regalarlo y ofrecerlo.

Las mujeres, aprendemos a dar amor con la figura materna y sus relaciones. Mamá acompaña a las hijas en la seguridad de su feminidad y nos entrega a papá y con él, a dar amor a los hombres y a nuestras parejas, nos entrega a la individualidad de nosotras mismas. Con la figura paterna, aprendemos a amar nuestra persona y a reconocer lo que hacemos en el mundo.

La figura paterna o el rol paterno es el aprendizaje de los límites, dónde comienzo yo y dónde te encuentras tú, desde la comprensión de ser equitativamente distintos, es la facilitación de la individualidad, el ser único en unión. Papá, es el encargado de reconocer lo que somos, lo que hacemos con lo que somos, nuestra capacidad de vida y las formas por las que nos reconocemos a nosotras mismas.

Papá nos observa desde lo que hacemos y aprendemos, con él, a recibir amor, a relacionarnos en dar lo que hemos aprendido con mamá, desde los 9 meses de embarazo, sintiendo con las emociones de mamá y viviendo las experiencias de mamá, papá nos acompaña a la individualidad de nosotras mismas. Él, papá, nos ayuda a crear la separación natural y que la mitosis de la madurez, se haga realidad desde la capacidad de quién somos, desde sentirnos libres para recibir amor.

Desde esa individualidad aprendemos a ser. Con la ayuda de papá, la seguridad y la protección del rol paterno, somos capaces de entregar amor sin perdernos en él. Papá nos acompaña al altar de la vida y nos entrega con certeza a ella por nuestra capacidad de dar en el permitirnos recibir, con nuestra propia valía.

Papá, nos facilita los límites desde la mitosis de la creación de nosotras mismas, (hablo en femenino de persona, sin género), aprendiendo a recibir amor y no, a unas constantes peticiones de amor en busca de mamá y papá en todas las relaciones.

«RECONOCIMIENTO/APROBACION». Si no tomamos a papá, si mamá no nos autoriza a tomar a papá, no sabremos romper el cordón umbilical imaginario que nos impide una vida sana y propia.

Papá nos toma de la mano, sabiendo que somos totalmente capaces de amar, porque él nos ha mostrado como se recibe amor.

Una mujer, aprende a recibir amor con la mirada de papá hacia mamá, con la mirada de un hombre hacia una mujer, con la mirada del rol masculino hacia el rol femenino.

Si él no sabía amarse a si mismo, le resultará difícil entregarnos esa capacidad y esas formas a nosotras, para poder vivirnos y crear la natural mitosis.

Si él no sabía amar a mamá , le resultará difícil entregarnos esa esencia sagrada de pareja para vivirnos en relación de forma sana. Le resultará difícil entregarnos la esencia de elegir a un hombre o una pareja, que nos ofrezca un amor sano.

Sin embargo, él nos entregó, con nuestro acuerdo de nacimiento, todo lo que él sabía, tenía y era, de la mejor forma que sabía y con todo el amor que él era. «NO PODÍA SER DE OTRA MANERA».

Una relación sana, depende de lo que hemos aprendido con nuestros padres, con referencia a la forma que ellos tenían de relacionarse entre ellos y lo que hemos decidido hacer nosotras con lo aprendido.

Para un hombre será en cierto modo a la inversa. Un hombre, aprende a dar amor a través de la observación de la forma de relacionarse de papá con mamá y a recibir amor a través de la observación de la forma de relacionarse de mamá con papá.

Cuando somos adultos y elegimos la madurez, podemos tomar consciencia de todo esto y crear cambios en nosotras, poner la mirada hacia nuestros padres y su forma de relacionarse entre ellos, cambiar todo aquello que deseamos en nuestra relación desde «HONRAR A LOS PADRES«.

Tomar de cada uno «AMANDO LO QUE ES», ellos lo hicieron cómo sabían hacerlo, de la mejor forma que sabían hacerlo, pues «NO PODÍA SER DE OTRA MANERA».

Tomar desde nuestro nivel de entendimiento y comprensión, sin juicios, sin peticiones ni exigencias, tomando nuestras vidas desde el agradecimiento de que sin ellos, no existiríamos.

Honrar su presencia y su ausencia, con toda su historia sagrada y con todos sus momentos vividos, aunque no estemos de acuerdo con lo que hicieron, o como se trataron, o como nos trataron. Desde la jerarquía del AMOR, no nos toca juzgarlos, pues eso alteraría lo que somos, hijos, alteraría los vínculos, nos posicionaríamos por encima de ellos, dejando de ser emocionalmente hijos y de esta manera, no podríamos tomarlos y ser libres para amar.

Para poder disfrutar y vivirnos desde el crecimiento en una relación de pareja sana, no hay que echar al padre, ni a la madre, ni posicionarnos con ninguno de los dos, o expulsarlos de nuestro paraíso, o repetir una vida que no nos pertenece. Una relación sana con la vida, pasa por tomar a mamá y a papá en la misma medida, tomar el aprender a dar amor y tomar el permitir recibir amor.

Agradecer, sea lo que sea que hayamos observado vivir y transcender desde el agradecimiento la vida y el reconocernos en ella.

Agradecer la oportunidad de tomar consciencia de su labor y de la importancia de soltarlos al tomar de ellos, de la fuente de creación, para poder llenar nuestra vida de la propia esencia del amor.

Tomar para soltar.

Tomar para expandir.

Tomar para llenarnos y ser nosotros mismos.

Llenarnos de mamá y papá y con ello, ser abundantes para crear proyectos, tener éxito, tener dinero, tener hijos sanos con los que seguir la vida y sus formas de relacionarse.

Llenarnos de mamá y papá y con ello, ser fuente de vida para el futuro, añadiendo vida a todos nuestros actos en relación, con el mayor de los agradecimientos.


Te invito a que cierres los ojos, imagines a tus padres uno al lado del otro, aunque se encuentren en estos momentos separados, o fallecidos, o tu relación con ellos o entre ellos sea nula. Imagínalos sonriendo tomados de la mano, papá a la izquierda de tu imagen y mamá a la derecha, juntos, sin hablar, sólo tomados de la mano, y desde esa visualización repite estas palabras por 7 días


OS OBSERVO CON VUESTRA RELACIÓN SAGRADA Y NADA TENGO QUE DECIR DE ELLA. MAMÁ AHÍ TIENES A PAPÁ. PAPÁ AHÍ TIENES A MAMÁ. GRACIAS POR DARME LA VIDA Y GRACIAS POR RECONOCERME EN ELLA. VIVID VUESTRA RELACIÓN COMO VOSOTROS ELIJÁIS HACERLO. DESDE ESTE MISMO INSTANTE YO DECIDO VIVIR LA MÍA, SINTIÉNDOME AGRADECIDA POR LO QUE TOMO DE VOSOTROS Y AFORTUNADA POR PERTENECER A MI SISTEMA FAMILIAR A TRAVÉS DE VOSOTROS. SOY LIBRE Y OS AMO POR ELLO. AMO LO QUE ES. AMO LO QUE SOIS. AMO LO QUE SOY.

Gracias, gracias y gracias

Maku Sirera Pérez