¿Maestro, qué puedo hacer para que vuelva a quererme? Quererte a ti mismo, hasta que no quieras estar con alguien que no te quiere.

Anónimo

La pareja, un equipo de amor. Un camino que recorrer desde la coordinación y la confianza absoluta de que estás en el lugar adecuado en cada momento, para que ninguno de los dos caiga, se suelte o se salga del baile de la vida y del juego.

Un equipo de amor, ofreciendo herramientas que cada uno decide aportar desde su lugar, contribuyendo al logro de los momentos vividos, a la responsabilidad del trabajo en conjunción, colocando la atención en el objetivo que les lleva a decidir jugar juntos, durante un tiempo, sea este mucho o poco.

Un equipo de amor que se basa en la madurez y el conocimiento de las capacidades de ambos, de su entrenamiento diario, relacionado con el juego que han decidido compartir.

Un equipo de amor que se sustenta en la confianza, de que ninguno de los dos dejará que el otro caiga o se salga del terreno, mientras estén bailando la vida juntos, observando desde la certeza de saber que todo está como tiene que estar y es perfecto, en ese círculo de amor, en ese equipo, en la pareja.

La pareja, un reflejo de la vida concebida bidireccionalmente esférica, como el acto vital de respirar que se compone de dos acciones opuestas, que llevan a un encuentro de vital importancia, ¡exhalación e inhalación! formando la respiración de ese dúo, del equipo.

Un equipo de amor, compuesto por la semejanza de un defensa y un delantero, cada uno se encontrará en un lugar distinto del campo de juego, cada uno se ocupará de que el desarrollo de sus movimientos, acciones y desempeño sean los correctos para cada momento, sin estar pendiente de si su compañero está o no, en el compromiso adquirido mucho antes de salir al campo y expectante de la ayuda necesaria, desde la certeza y la confianza. Desarrollando su capacidad de juego, coordinando, sin olvidar que éste, dependerá de que cada uno se ocupe de su propio esfuerzo y así, el equipo gane, prospere, avance, se fortalezca y se coloque con el mejor de objetivos, cumplido.

Ambos, voluntariamente, han elegido un color para sus encuentros, han elegido un ropaje para sus caricias. Voluntariamente, han determinado que ese compañero es el adecuado para formar un gran equipo de amor y si alguien invade su terreno, si por un instante alguien provoca un desencuentro, ambos, como equipo de amor que han elegido ser, aunarán sus fuerzas y trabajarán para salir unidos y reforzados, de esa pequeña o gran situación.

¿Sería defendible pasarnos a otros lugares sin previo aviso y en mitad del juego, olvidándonos de nuestro compromiso y de la confianza que nos une?

¿O Deberíamos terminar ese instante y en un receso o quizá en un fin de descanso, conversar para cambiar  pactos en terreno seguro y calmo para ambos?

Duo-trap-2

La pareja, dos trapecistas que deciden, primero trabajar en el suelo intercambiando aprendizajes, conocimientos y confianzas entre cada movimiento y luego, tomar la elección de subir a la vida juntos para bailar el amor, amarse, exponiendo su alma en cada contacto, en cada salto, a ciegas, pues ambos confían en la propia capacidad y en la capacidad del otro. Ambos confían en que el otro no le soltará, no dejará que se salga de la vida, ya que el pilar de ese equipo de amor es la certeza y la confianza. Y esto, nada tiene que ver con el fin, que aunque se puede dar, éste, se dará en el suelo, en tierra firme y de la forma más amable para ambos.

¿Qué sucedería si uno de los dos duda en el aire, se paraliza por un instante, sin pensar en el otro, sin ocuparse de que está en juego el alma de ambos?

¿Qué sucedería si en el momento de la certeza del salto hacia el amor del otro, éste decide enfocar su mirada en el vacío del abismo, del miedo o del temor?

Vital es pues asegurar primero nuestras capacidades para ese encuentro, creernos certeros, enteros y correctos y dejar que el otro sea, desde la madurez, para entregarnos, aportando en esa suma lo que somos. Entrenar nuestra propia alma, nuestra autoestima, trabajar en lo que queremos ser en ese baile, con la absoluta seguridad de que no NOS fallaremos. Entrenar nuestra fuerza en el agarre del momento y ser conscientes de que nuestro baile, nuestro juego, es impecable en cada instante y así ofrecerlo, asegurando que nuestro compañero de vuelo sabe el valor de la excelencia, en el campo de juego.

Medir con quién vamos a formar un equipo de amor. Cerciorarse de las habilidades de tu acompañante en estos menesteres de dual compañía, para realizar la magia de un baile, en el aire, que nada tiene que ver con la realidad del suelo.

…Porque en cada acto que llevamos a cabo o que omitimos, está en juego nuestra alma y eso … es de vital importancia para seguir dentro, disfrutando del vaivén de las cuerdas, del aroma de esos fluidos que se confunden, cuando la combinación de caricias se coordinan con tal magnitud y excelencia que forman, desde sus extremos, una sola imagen de juego.

La pareja, un equipo de amor, donde ambos son igual de importantes, se encuentren en medio o en el extremo.

Maku Sirera Pérez