«Puesto que las guerras nacen en la mente de los hombres, es en la mente de los hombres donde deben erigirse los baluartes de la paz» UNESCO

Entre luces y sombras camina la humanidad y así, lo manifestamos en el principio de toda racionalidad conjuntamente con la espiritualidad.

La vida, tiene un sentido bidireccionalmente esférico, como el acto de respirar, un sólo fin con dos movimientos opuestos que dan vida a la vida, exhalación e inhalación,  opuestos y unidos para encontrar el sentido de la vida. Opuestos y sin embargo, sumando hacia un sÓlo sentido, siendo completos en su propio acto y mucho más en complemento.

Vital, la dualidad se encuentra en todo, como suma de enteros que completan la divinidad que habita en nosotros y en la propia vida. Todos somos femenino y masculino, oscuridad y luz, amor y miedo, parte izquierda y parte derecha, en todo, observamos un complemento que camina y vive, encontrando cooperación para sumar cantidades en vida con la vida.

Entre luces y sombras camina el ser humano y su necesario y, en esa consciencia e integración está la equidad, no la igualdad. No hablo de igualdad,  pues en la dualidad de la vida no existe la igualdad,  existe la individualidad considerada y en cooperación  singular, sumando partes para formar más y más de lo que se considera.

En la oscuridad se encuentra la luz,  pues nada existe en ella sin lo opuesto de la luz.  En el odio se encuentra el amor, pues nada seria posible sin la colaboración e inclusión en este sentido.

Todo tiene un mismo fin, la vida, vivir, cada cual elige sus experiencias bajo el mandato de nuestro cerebro «sobrevive» pues éste , está programado con una única comprensión y sólo le importa «la supervivencia», hará todo lo posible para que ello se lleve a cabo.

Sobrevivir,  la oscuridad y la luz tienen ese fin, la vida, el miedo y el amor cooperan por y para ese fin que es vivir por encima de nuestro propio criterio.  Vivir es un acto de amor constante necesario y vital y como tal la naturaleza entera actúa.

No existe la luz sin la sombra y tampoco existe  la sombra sin la luz siendo ambos experiencias que nos llevan a la vida, al progreso y a la dualidad de nuestra propia perfección.

En toda esta necesidad de vivir existe algo que une, que nos solidifica y que nos envuelve en un todo de esa dualidad y es el PERDÓN  a todo juicio, el PERDÓN  a uno mismo, primero por no considerar que todo es necesario, que todo forma parte de esa razón de vida que se encuentra en la dualidad. Sin luces y sombras, no puede existir en el mundo en el que habitamos ahora el amor y por tanto la vida.

La propia naturaleza lleva intrínseco el PERDÓN, pues ésta misma actúa sin juicio y en base a un mismo fin, la vida.

El PERDÓN NO DUAL, como inicio y reinicio propio y acto unificador de partes, que  forman la equidad de la unidad y fusiona la dualidad necesaria en una única unidad.

Yo, necesito perdonar para sentirme unida, para ser fin con el medio.

El mundo en el que vivimos es un baile de luces y sombras, es una cooperación de dualidad, que nos lleva al entero para vivir en él, es encuentro existente de partes colaborativas que avanzan  hacia la vida. Donde habita la luz, habita la oscuridad, los problemas y las soluciones coexisten y viven en familia.

UNA PARTE ES IGUAL DE IMPORTANTE QUE OTRA, AUNQUE ÉSTAS SEAN OPUESTAS.

Maku Sirera Pérez